Me siento nuevamente incapaz. Incapaz de cualquier cosa, de lo mas básico, como en mis mejores épocas pseudoautistas. No, ya se que no me pasa nada, pero me gusta pensar que sí, que no soy así en realidad y tengo solucion, que alguien puede ayudarme, o por lo menos ofrecerse a hacerlo, porque lo mas normal en estos casos es que no le haga caso. Como en la revista de la universidad a la que mandé unos poemas. No he vuelto a relacionarme con ellos, sin saber realmente porqué. Es el panico, esa conducta huidiza que me acompaña desde aquella vez que me escapé de la piscina en la que nos iban a enseñar a nadar. Aun a dia de hoy, el unico estilo en el que puedo confiar para no ahogarme en caso de naufragio es el de las ranas, y aun ese no me ofrece unas minimas garantias. Podria haber cultivado un torso apolineo como el de la mayoria de nadadores, o quizá, si hubiera ido a un colegio especial a lo mejor era un asqueroso joven prodigio. El caso es que nada de eso ha pasado. Y en dias como hoy me siento especialmente perdido, como si tuviese muchas cosas pendientes, con un sentimiento de culpa extrañamente disperso. No se, no se. Las dos semanas anteriores era capaz de imaginarme lejos de este torrente de emociones incontroladas, era capaz de ver mi vida proyectada en una felicidad típica: mujer, trabajo, hijos y unos cuantos amigos con los que hablar de vez en cuando. Ahora, en cambio, me vuelven los pianos acelerados, los recuerdos que son como cuchillos y todos esas despedidas que me matan un poco cada dia. No resulto muy interesante, lo sé. Hay mil cosas que hacer, mil personas que conocer y mil topicos mas antes de sentir la necesidad de leer las penas de una persona como yo. En fin, cuando estoy en casa, con el pijama puesto y el pelo sucio, porque es domingo y eso me sirve de excusa, terminandome algun libro pienso que esta en mi mano el cambio: siempre pienso en cambiar, pero ahi terminan mis energias. Otras veces, como ahora, lunes, pelo limpio y mis converse pintadas a cuadros, viendo a una rubia guapa en el ordenador de enfrente que acaba de irse ( como todas las rubias guapas que he visto en mi vida) pienso en lo aburrido que sería tener control sobre las cosas,quitandoles toda esa emocion que las rodea. Sí, lo reconozco, aun hay canciones que no escucho porque la primera vez que lo hice lloré, y no quiero que a fuerza de escucharlas me acostumbre a ellas. No se ni lo que digo, tampoco se si deberia importarme eso. Solo se que desde aquel mensaje que recibí la semana pasada, he empezado a encontrarme peor. Y las cosas no se arreglaron el viernes, aunque lo pasé genial yendo por primera vez en mi vida al castillo de Santa Barbara ( es sorprendente que no hubiera ido antes, aunque no mas que otras cosas que aun no he hecho) ni el sabado, que no hice nada, ni el domingo, ni tienen pinta de que vayan a reflotar esta semana. Es lo que me pasa, que no se acabar las historias, que siempre me quedo con cosas que decir, a sabiendas de que esas palabras se me morirán dentro. Nunca le he dicho a nadie: te quiero. Tampoco me lo han dicho nunca a mi. Pero se que aguantaré. Por lo menos unos años, por lo menos hasta que otra preocupacion ocupe mi mente insatisfecha. Mientras tanto seguiré intentando escribir poesias sobre autobuses, buscando el anonimato. Solo quiero a alguien incondicional, que esté ahi siempre, pero nunca aparece, nunca, y yo parezco un niño de chupete cuando siento necesidad de estas cosas tan banales. No soy libre, vuelvo a pensarlo, nunca escaparé de estas manias ni de esta forma tan asquerosa de ver la vida, porque me resisto a pensar que no va a pasar nada: espero el milagro, la casualidad, la mirada y la sonrisa. Sí, aun creo en ese "te he esperado tanto tiempo" y en esos "te necesito" que solo he escuchado en sueños. Me sentí como una mierda al enterarme que habias leido lo que dije, porque nunca en mi vida he sido escuchado por alguien, o leido o nadie me ha prestado atencion o por lo menos eso es lo que he pensado siempre. Y no se trata de no saber olvidar, porque eso ya es cosa del pasado, se trata de que lo que viene a partir de ahora no lo sabrás jamás, porque nunca será verbalizado aunque quisiera: esos fantasmas sin nombre que me persiguen, con una frecuencia inusitada desde hace 4 años, esa manera de buscar en cada rincon, en la acera mientras camino o en mi reflejo cansado mientras voy en el autobus camino de casa aunque en ocasiones parece que viajo camino de ninguna parte. Esto se acaba aqui. Se acaba porque no puedo asegurarte que podré seguir. Solo afirmo, sin fe en mis capacidades, que esto no tiene ninguna gracia.
Ninguna.
No me acuerdo ni de la mitad de lo que he escrito, ni si diez o quince minutos despues de estar escribiendolo estoy de acuerdo con ello o si realmente refleja mi estado de animo actual, pero, sin embargo, me niego a cambiar ni una sola coma. No. Ahí se queda, como un perfecto reflejo de la turbulencia de mi mente, como un relato fidedigno de mi falta de equilibrio y de mis peleas con la realidad.
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