domingo, 5 de junio de 2011
Birds & Snakes
Como si después de tanto correr, de tantas ansias de escapar, todo estuviera aquí, justo enfrente de mis narices, como un reflejo edípico de mi propio miedo. Edificar mi propia alma, piedra a piedra a partir de los restos hundidos de mi pasado, de esas esquinas que sin querer estan conformando mis odios presentes. ¿Madurar? Supongo que sí, que a fin de cuentas eso pasa, es inevitable darse cuenta de lo que te rodea, de la naturaleza del mundo, o por lo menos de su aspecto ahora, cuando te mira a los ojos y te dice: esto es sólo una parte, una parte. Crecer bajando escaleras, averiguando mientras lo que sí eres capaz de hacer y lo que no, y consolandote como si eso te sirviera de algo. La verdad es que no sirve de nada, aunque ahora no lo sabes. Hablar y hablar y hablar buscando algo que no pueda ser dicho, acaso eso es lo que importa, ese momento en el que te quedas callado, porque no puedes expresarlo de otra manera que mediante el silencio. Un incendio lento, tardío, plagado de sombras, las llamas tocandose lascivamente con otras...cayendonos nosotros como piedras viejas, como lienzos que fueron blancos en una ocasion, llenos de borrones, tachones: una obra inacabada. Siempre es así. Busco opciones, para rechazarlas, eso me satisface mas que cualquier elección. Con la musica, los libros, la gente...todo es igual, nace de la misma cabeza. Quizá sea que cada vez me apetece menos que me entiendan, y me agarro con mas firmeza a mis miedos intimos y juego con las trenzas de mis manias, como en aquella cancion de Tom, aunque lo suyo eran problemas, pero bueno, tanto una como la otra tienen menos distancia entre si de la que creen. Pero eso es otro tema. Como en esos sueños en los que llego a un lugar en el que sé que me estan esperando, y soy recibido con dadivas y sonrisas. Todo tan agradable que no puede ser verdad, y de hecho no lo es. Al despertar sigue aqui mi desorden, tan tranquilo como siempre, tan transparente que parece invisible, pero lo sigo notando: la pereza, la melancolía, la tristeza incomprendida y ese atardecer timido que no tiene explicacion, ni nace ni muere, simplemente está ahí, suspendido en el tiempo, agarrado de ningun lugar, escapando de mi horror, o recordándomelo, ya no lo sé. Nadar en un oceano de contradicciones, en sus profundidades, donde conviven todos mis posibles destinos, tragicos unos tristes otros, pero todos imposibles, porque estan lejos, a la distancia de otra vida, como si eso fuera suficiente para mantenerlos tranquilos, relajados como un niño que hace castillos de arena con un cubo a la orilla de una playa arrebatada de caras extrañas; sabe que sus padres lo vigilan, es virtualmente inmortal, puede traspasar cualquier limite que se proponga, sabe también que en caso de perder o atreverse demasiado volverá a la casilla de salida: sin consecuencias. La variante adulta de los juegos infantiles ya no es tan innocente, ni siquiera conoces las reglas y olvidate de volver a empezar si te equivocas, no hablemos ya de las consecuencias. Por dios, parezco un predicador loco, de esos que estan en Nueva York predicando el apocalipsis, insensatos. El apocalipsis ya está aqui, pero estamos tan acostumbrados a él que ya no nos afecta, nosotros somos los jinetes, las plagas, la muerte...somos la Omega de otro tiempo, que permanece intacto en su ignorancia, somos todo lo que no hay que ser, los pecados insidiosos, los vicios secretos, hijos de una decadencia que nunca se creyó su papel de madre, Courtney Love desheredada, invitados perpetuos al cumpleaños de Keith Richards, somos las pastillas que adornan la bañera de Marilyn: somos los Kennedy Brothers. Pasta de otro tiempo, empeñados en convertirnos de nuevo en barro y volver al Edén, metiendo los dedos en la garganta de Eva para que vomite la puta manzana, nunca nos dio tanto quehacer una maldita fruta. Le damos al rewind, por favor, a ver si podemos solucionar algo, pero solo conseguimos perdernos los dialogos y perdernos de paso, nosotros tambien, en este tablero de ajedrez en el que movemos las piezas como si fuera el juego de damas, saltamos por encima, nos comemos unos a otros, unos blancos y otros negros, y Dios disfrutando de todo ello. Y todavía hay gente que predica la revolución, la democracia y todas esas cosas. Estupidos. Imbeciles. Farsantes. No me reconozco en vuestro reflejo, quizá porque yo no puedo reflejarme en nada. Falsos mesias que destruyen totems para crear otros con sus restos. Todo está podrido. Me siento libre, porque nadie me entiende. Esa es la verdadera libertad, la ausencia de vinculos, desconectar todos los cables asumiendo las consecuencias. Todo esto suena a una mala época. Y la verdad es que lo es.
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