martes, 2 de abril de 2013
Supernovas y soledades. (Para Adriana).
Justamente cuando más lejos me siento de todo lo que me rodea, cuando mis quejas son por primera vez sinceras y mis penas tan presentes que se convierten en lo único que puedo ver es cuando, por sorpresa, encuentro las palabras exactas para hablar de ti. Me sigue pareciendo un detalle un tanto quedo, o cursi o, por que no decirlo, un tanto egoísta (el interés) seguir acordándome te tu voz. Te sentí cercana, quizá demasiado, porque inmediatamente, cuando se acabo nuestra comunicación, volví a echarte de menos. Empecé, como si me empeñara en darle sentido a los restos de un naufragio a interpretar cada una de tus palabras, la forma quebrada en las que las pronunciaste. Y después, Joy Division, "nuestra" canción, aquella que escuchamos en el Pixies y la que sono cuando volviste a casa. Desearía mantener aún aquellos mensajes de movil, en una especie de arqueología sentimental. Me pareció un mensaje cifrado que sólo nosotros entenderíamos, una especie de: "aún no me he olvidado de tí" o "para mi también fue especial". Bah, chorradas, gilipolleces, lamentos de un niño mimado que quiere llamar la atención. No me hagas caso. A pesar de hacerme ilusiones, aquello, fuera lo que fuera, acabóo y me veo incapaz de construir cosas nuevas. Me reconozco un morboso admirador de las ruinas, tengan la forma que tengan. ¿Decoro demasiado lo que quiero decir? Puede, puede, en el fondo tengo miedo de decir lo que realmente pienso, y por eso huyo, creando identidades, falsos recuerdos o expectativas exageradas: en el fondo todo es mucho más sencillo, y, creeme, más aburrido. ¿Sabes una cosa? Desconozco si este sera el último post en mucho, mucho tiempo o el primero de una cadena frenética, al estilo de lo que hice en enero, pero con un ritmo incluso más enfermizo, sí, esa es la palabra. Pero pase lo que pase, me alegro de que este te lo haya dedicado a ti. Vaya, dicho así parece que voy a acabar ya, pero quiero decirte muchas cosas, tantas, quizá demasiadas, tan agolpadas que acabaré por parecer un idiota. No me importa, no, ya no. Este soy yo, intentando resultar algo que no soy, interesante, indefenso. Ni una cosa ni la otra. Mi teoría de la supernova ( y mira que no me gusta mezclar titulo y texto...) se confirma: cada día estoy más convencido de que desde que te conocí soy incapaz de buscar a alguien diferente, pero sólo encuentro malas copias, retratos en espejos rotos que me recuerdan a medias a ti. No está mal tenerte aqui, aunque sea así. Lo malo, lo horrible es que la otra mitad me dice, con una voz asquerosamente reconocible, que esta soledad se convertirá en rutina, en compañera. Esta soledad, esta mitad me recuerda que el infierno, el abismo, no ha hecho más que empezar.
Y ahora, como siempre, música:
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