martes, 11 de agosto de 2015
Blue
Escucho el Idiot de Iggy Pop y de repente me parece que suicidarse tampoco estaría tan mal. Cada vez mi vida está más vacía y cada vez me cuesta más encontrarle un sentido a mi existencia, como si todo lo que hubiese hecho estos años atrás no me hubiera servido para absolutamente nada: no me quedan capacidades que pueda usar para "ganarme la vida", no tengo habilidades que llamen la atención y nadie me quiere. Algo va mal cuando mi mayor logro reciente es no haber visto porno ni haber usado un chat en un día, aunque ni siquiera eso es suficiente, ya que por la noche volví a tener uno de esos sueños recurrentes en los que alguien me quería, y, sí, lo sé, siempre me refiero a lo mismo, pero, entiéndeme, lo hago con la intención o la ilusión o la esperanza de que el final cambie, de que el discurso ofrezca una vía nueva, un camino diferente, pero de momento no lo hace, así que sigo buscando, soñando con ella, que ayer era morena y más alta que yo, y a pesar de no haber recurrido a la pornografía durante el día, el sueño empezaba siendo bastante explícito y en cierta manera desagradable, con una grave desproporción entre nuestros cuerpos, el sudor y el desnudo, había un aura de crueldad en todo aquello, en esa manera que tenía de usarla, de romperla, de matarla, y ella tenía parte de su cuerpo quemado, pero era un detalle accesorio, irrelevante y entonces de repente, quería escapar, estaba en una especie de país extranjero, una dimensión incomprensible, una geografía oculta que en sus silencios y en sus rincones se me presentaba bastante amenazadora, tenía miedo de aquella soledad pero entonces regresaba ella, perdonándome y entonces me decía por donde huir, me enseñaba los caminos, las calles y no me dejaba solo, corría conmigo, bajaba escaleras conmigo y rompía puertas conmigo entonces otra vez sin avisar, aparecía gente a lo lejos, gente conocida, pero que no conozco en realidad, solo en aquel sueño y se reían de mi y de ella, debíamos parecerles payasos tristes que solo ansían hacer reír a alguien sin importar el precio, y sus risas eran alfileres que me dolían mucho, aunque por fuera pareciera sonreír y cuando parecía que iba a morir allí mismo, ella me besaba con intensidad, con fuerza, como si quisiera darme aire, como si todo aquello solo fuera una simple operación médica, sin ningún tipo de sentimientos y yo jugaba a que me ahogaba y movía mis brazos de una manera pretendidamente cómica solo para hacerle gracia a los mirones, pero pronto me daba cuenta de que aquello no era una broma y de que de verdad ella quería matarme, quería ahogarme mientras me besaba y no podía quitármela de encima y justo cuando estaba a punto de morir me soltaba y me abrazaba y veía en ella unos ojos enamorados y entonces me he despertado y he pensado que soy un maldito idiota por reconstruir de esta manera mis carencias, de una manera tan erróneamente católica, con este momento de perversión inicial (el porno, la crucifixión) que deriva en éxtasis (el amor de aquella mater dolorosa del sueño, la felicidad de los cristianos), estoy avergonzado, humillado por haber rendido mis ultimas esperanzas a ilusiones sin sentido. Y estaba tan terriblemente solo y tan aterradoramente aburrido que le escribí de nuevo a Laura, intentando parecer alegre, desapegado, simplemente feliz aunque no podía evitar mostrar mi desesperación y mi necesidad de que alguien me prestase algo de atención. Y le pregunto si ha sonreído hoy, que espero que si, y sin yo esperarlo, me responde "heey, siento no haberte contestado, lo siento" y aunque eso no significa en sí mismo nada, a mi me vale, ella sigue existiendo y entonces le digo que quizá por whatsapp sea mas cómodo, y le escribo que aunque no hablemos a menudo (un eufemismo), sigo estando ahí, que sus mensajes son una especie de regalo para mi y que me gustaría saber como le está yendo su vida en Barcelona, pero a esos últimos mensajes ya no me responde y, efectivamente, siento el peso de la irrelevancia caer nuevamente sobre mis hombros y puede que ese eses el secreto de todo, la llave o por lo menos, en el peor de los casos, una pista que me ponga en el camino correcto otra vez: he sido irrelevante, y aunque el día anterior le escribí a Sophia y me alegré al tener una respuesta suya el mismo día, al final el sabor es agrio, porque siempre soy yo el que busca, siempre soy el necesitante, el impedido, el que ruega cariño, el que cada vez disimula peor su propia enfermedad. No, no estoy enfermo, sólo estoy triste pero empiezo a asustarme, porque se trata de una insatisfacción radical, ya no tengo esos altibajos que tenía años atrás, ya no hay montañas rusas emocionales ni grandes estallidos de ansiedad en los que mi brazo derecho se quedaba muy rígido y no podía hablar y no dejaba de llorar y mis padres se preocupaban y todo parecía miserable a mi alrededor, no, ya no hay nada de eso, y es peor, porque es un descenso tranquilo, sin alteraciones, está escondido, pero es constante, definitivo, no inminente, pero inevitable y eso me asusta, porque es una especie de profecía que se cumple, hay algo edípico en mi conducta y a veces me pregunto si no habré causado yo mismo todo este desastre (los fracasos amorosos, el colapso en mi vida académica, las derrotas infinitas de mis vicios) para provocar precisamente este estado de animo y sí, a más información, menos culpables, a mayor claridad y no, no estoy preparado para acabar con todo esto, no estoy preparado para cortarme las venas, no quiero, y me da miedo acabar así, sin una segunda oportunidad, sin una razón que me haga pensar que estaba equivocado en todo esto, que puedo esperar algo mejor de la vida, pero no puedo evitar esta pulsión y me enfado, me odio por esta debilidad mórbida, parece que disfruto siendo triste y es una mierda, sí, una puta mierda e intento buscar salientes en la montaña para evitar caerme y le escribo a Kareena, una chica rusa que vive en Nueva York para tener alguna novedad en mi correo, porque mis sueños están empezando a no ser suficientes, no soy capaz de abstraerme de lo que me está pasando, que es que no me está pasando nada y que hace semanas que no rio o que por lo menos no lo hago con sinceridad, quizá viendo un programa de televisión, pero entonces me doy cuenta de que esa es solo una señal más de mi muerte por fascículos, de que estoy perdiendo el sentido de la realidad y de que estoy dejando de tener el control sobre mi vida y es cuando me doy cuenta del miedo que da la letra de esas canciones que solo me gustaban de joven por la melodía how it feels to live your life/ with no meaning or control/ and nowhere left to go porque efectivamente, no tengo donde ir, no hay nadie que pueda refugiarme, que pueda cuidarme, no existe cura para esto y ni siquiera me vale esperar, ahora que, más que nunca, el futuro se convierte poco a poco en una cuenta atrás. Ya no me quedan motivos reales, y lo único que me separa de la despedida es mi capacidad para construir simulacros lo suficientemente estables como para que no necesite mirar de frente a la realidad, necesito creerme mis mentiras, y eso va a ser díficil, ya que nunca he sido capaz de extrañarme del mundo, siempre tan consciente, siempre tan atento, no, no se si puedo conseguirlo, pero es la única opción: mentira o muerte. Me da miedo en qué puedo convertirme.
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