martes, 4 de agosto de 2015
Given.
Lo interesante de los sueños es la manera que tienen de ofrecernos otras posibilidades, otras realidades, ya buenas ya malas, sobre las cosas que nos han pasado: en sueños se produce aquella conversación que nunca nos hemos atrevido a tener con esa persona que amamos (terminando en un apasionado beso, o a veces en una mirada mucho más expresiva que cualquier contacto físico) u odiamos (pegando, por fin, ese puñetazo, o dando un portazo o vengando las afrentas o simplemente siendo capaz de decir adiós). El sueño ofrece una especie de segunda oportunidad en el que se puede tener el control sobre el mundo o, por lo menos, se puede maquillarlo o disfrazarlo de manera que nos resulte más agradable. En el sueño veía una foto de Dasha con su marido, un tipo guapo, feliz. Los dos aparecían muy enamorados en el borde de una piscina, mirando a cámara. En una inversión cruel, al despertar he tenido la sensación (durante muy poco tiempo, décimas, milésimas, quizá incluso menos) de que el marido pertenecía al mundo del sueño, y que yo aún podía amar a Dasha y también que ella podía amarme a mi. Pero enseguida he reconocido mi derrota. Me duele menos que el sábado, pero aún siento un pequeño pinchazo al pensar en todo ese amor ajeno a mi, a esas muestras de cariño a las que yo intentaba llegar y que ahora son definitivamente algo inalcanzable. Sin caer en obsesiones -el tiempo curará otra vez este dolor-, aún tengo que borrar esos pensamientos furtivos en los que todo cobra sentido: los viajes, las aficiones, las pequeñas aventuras…no formaré jamás parte de eso y yo que, tonto de mi, pensaba que alguna vez bailaríamos juntos, o viajaríamos juntos, pero no, no, no es momento de lamentaciones, aunque tampoco es momento de pasar pagina, tengo que aprender algo de esto, me tiene que servir de alguna manera. Me queda por lo menos el pírrico consuelo de no haberle dicho nunca "te quiero", por más que en las ultimas semanas estuviera sintiendo algo parecido al amor, cosa que, por otra parte no deja de parecerme algo triste: estar tan lejos, tan ausente, captando solo pequeños reflejos de la luz, pequeños tragos que en este caso, no me dejan conocer el verdadero sabor. Pero basta, basta de lamentaciones, de dar pena, de suplicar ser amado, de ceder mi estabilidad emocional a otras manos, basta de retroceder a un pasado asqueroso del que solo saco basura. Y sin embargo, sin esa basura no soy nada, ahí está todo, en ese naufragio, en esa continua reconstrucción de mi yo, no puedo negarme de esa manera, en los miedos me defino, en mis tristezas está mi identidad, no puedo pensar en un diario de consejos o de ilusiones, eso es muy superficial. Tengo, necesito, que hablar de lo que me duele, porque ahí está la verdad, aquello que puede permanecer más allá de las alegrías o las penas puntuales. No existe nada más allá de esa continua reinterpretación de mi existencia, quizá pudiera optar por una visión mas optimista, y pensar que lo más importante es lo que aún está por suceder, pero eso es un error: convertiría mi testimonio, mi testamento, en ocasiones, en un simple diario. No. No. No. Esto es algo más, tiene que ser algo más importante y quizá al decirlo me condene precisamente al fracaso: no pienses, no hables, no escribas. Niégate a ti mismo y síguenos. Se uno más. No puedo soportar esto. Demasiado corto y demasiado superfluo. Quizá lo más terrible de este estado de animo es que no puede ser verbalizado, estas tristezas, estos retrocesos me dan cuenta de los limites de la razón, hay algo más allá de la tranquilidad de saber que se llega a un callejón sin salida. Y sí, me reconozco triste y no me creo la realidad que pinta la tristeza, aunque cada vez mas siento la necesidad un mundo pequeño para mi, un lugar inaccesible en el que no pueda entrar nadie. "Me haces querer ser mejor", "te admiro", "eres fantástica"…pero que idiota he sido, que idiota tantas veces y con tantas personas…no puedo soportarlo y sin embargo, en un alarde morboso, no puedo quitar los ojos de mi propio fracaso, de todas esas pequeñas muertes que se han llevado todas las chicas a las que he conocido, nunca a un nivel intimo o sincero sino más bien como proyecciones de deseos pendientes de juventud, en ellas he querido vivir lo que no viví en mi adolescencia, cuando, sí, estaba solo y cuando la herida se abrió por primera vez, quizá desde entonces sangrando. Nadie ha dejado huella, todas ellas han pasado por mi vida y posiblemente me han olvidado, creciendo me doy cuenta de que nadie me echa de menos, de que nadie tiene ganas sinceras de verme, Laura, la ultima chica que me rompió el corazón, la enigmática Laura y aquellos paseos por la playa, aquellas noches en vela hablando en la arena hasta las 5 de la mañana, y aquella manera que tuvo de quedarse viendo el horizonte, seria, algo distante, cuando yo le acariciaba el pelo y las mejillas y me decía "no sigas" porque sabía que la última vez que nos veíamos, y había algo de despedida en cada uno de sus gestos, al despedirnos me dio El guardián entre el centeno y una especie de llavero que había tejido ella. No me atrevo a leer la dedicatoria, me duele pensar en aquel ultimo momento, cuando nos abrazamos dos veces y nos pusimos a caminar en direcciones opuestas: yo no sabía lo que vendría después, no, no lo sabía, no sabía que después de girarnos los dos a la vez para volvernos a despedir desde la lejanía, ella empezaría a salir con un amigo mayor que yo, un mulato con el que iba a bañarse a la playa, me lo contaba y me decía que había encontrado una persona especial, una persona con la que se sentía muy bien, quizá ajena a que yo la quería, ajena a que era la primera persona en mi vida que me hacía sentir vulnerable y completamente dependiente. Y entonces dejó de responder a mis mensajes: se conectaba y los leía, pero no contestaba, o quizá ni siquiera los leía, no lo sé. Volví a beber y mi vida era una sucesión de pequeñas derrotas que al final del día siempre me hacían sentir al borde de la lágrima, aunque nunca lloraba, la tristeza no podía limpiarse de esa manera. Engordé por la falta de deporte y por el alcohol y en general me importaba todo una mierda. La universidad, mi tesis, mi futuro, ni siquiera era capaz de leer un libro. La ausencia de Laura se me hacia muy presente, y todo a mi alrededor parecía funcionar a la perfección, la gente era feliz, el amor de las parejas se mostraba ante mis ojos como una burla cruel, era demasiado. Y sin embargo, seguía escribiéndole, deseándole un feliz día, dándole jirones del alma que ella estaba rompiendo con su silencio, hasta que un día no pude mas, sinceramente no pude más, y después de todas esas ideas suicidas y de toda aquella soledad y de la tristeza y de la frustración y del fracaso, decidí despedirme. Me despedí para siempre, y precisamente cuando necesitaba tiempo para olvidarla, volvió. Se iba a Francia, huyendo de su familia, de su madrastra y de su padre presente pero indiferente, se marchaba y no había vuelta atrás. Allí las cosas no le marcharon muy bien, la familia para la que trabajo de canguro resulto ser peor todavía que la suya propia y cuando ahorró lo suficiente, tomo de nuevo las maletas. El día antes de su viaje me llamó por la noche, eran las once. Me alegró muchísimo oír su voz, que era siempre como un susurro a punto de desvelar un secreto, un susurro de miedo, de delicadeza…estaba lejos y yo soñaba con verla, como fuera, en cualquier lugar, pero verla de nuevo, saber si había dejado algo a medias, si, después de todo, era ella la persona a quien había necesitado y esperado todos estos años…me iré a vivir a Barcelona, me dijo. La posibilidad existía, sí, existía, podía soñar con abrazarla de nuevo, con maravillarme de su sonrisa y de su pelo. Pero nunca he cumplido esa promesa. Le dije en varias ocasiones que iría a verla, iré al Primavera Sound a ver a los Strokes, a Mac Demarco, a los Sleaford Mods, a Run the Jewels, sí iré, iré y te abrazaré, te echo tanto de menos Laura, quiero mirarte a los ojos y decirte todo aquello que nunca te dije, decirte que te quiero y que no quiero estar lejos de ti nunca más. Pero no fui. No. Mentí. Y nuevamente, ha dejado de contestarme. El otro día estuve viendo su instagram, que guapa era…que atormentada parecía en aquella época…y ahora parece feliz, posiblemente haya conocido a gente, a otro chico, y me habrá olvidado. Y después de Laura, la nada, la soledad y el silencio, después de Laura,llegó Dasha, pero eso evidentemente, ya es otra historia.
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