miércoles, 2 de enero de 2013
10, The world is yours
Seré breve. Jodidamente breve. En un arrebato de claridad, me he dado cuenta de lo ridículo de mi post anterior. Siguiendo mi regla de no borrar nada ( excepto aquel mensaje) voy a dejarlo ahí, como prueba empírica de que no me puedo despistar ni un segundo: la estupidez acecha en cada esquina, en cada tarde solitaria y en cada libreta en blanco. Fuera de mi imaginación. Estás expulsada. Estuve a punto de escribirte pidiendote perdón, arrastrándome, tragandome ese orgullo del que ayer renegaba, pero que siempre me pone en pie. Dos noches, tres, llegué a abrir el correo e e imaginar lo que iba a ser mi mensaje: sin dramas, con amabilidad, con ganas de recuperar el tiempo perdido. A la mierda. El tiempo perdido, perdido. Ahora me preocupa más no perder el que tengo por delante, que es mucho, puede que demasiado. Tiraré la llave en el más profundo de los abismos marinos, rodeados de esos peces y bestias desconocidos, que anhelan la luz, o quizá no, quien sabe. Azul. El mar. Mi mediterraneo. Cada vez que lo miro, vuelvo a casa, sin importar la distancia, la ausencia, el deseo y los malentendidos. Vienes corriendo a abrazar mis pies desnudos cada vez que me ves. Pero esto ya no es asunto tuyo. No, ya no lo es.
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