sábado, 12 de noviembre de 2011

Fuegos pequeños, atardeceres de bolsillo

Sabía que tarde o temprano ibas a volver y hoy, después de varios dias de avisos, puedo darte nuevamente la bienvenida. Esta tarde he borrado a varios contactos de Facebook. De 38 he pasado a 25. Seguiré la progresión hasta quedarme en una inconfortable nada, en un silencio doloroso que al parecer, es un lugar del que no puedo escapar. Y es que hacía tiempo que no me sentía así, pero, joder, me resultas tan familiar que te reconozco enseguida. A diferencia de otras veces, en esta ocasión puedo identificar el comienzo: el final del recital. Quizá la gente que me vió leer pudo pensar que estaba interpretando, pero se equivocaban: fue el único momento en el que me sentí libre, plenamente identificado con la idea que tengo de mi mismo. Una vez se apagaron los focos, la realidad y su feo rostro hicieron acto de presencia. Todos hablaban, todos sonreian: había sido un éxito. Pero yo empecé a bloquearme, aún hoy me considero incapaz de dar una explicación convincente a eso que me pasa: el psicólogo me dijo en aquella ocasión que era fobia social. A falta de una definición mejor, la daré por buena. Jugando solo con mi cartera, mientras a mis espaldas, la camaradería, la amistad y las sonrisas tomaban el terreno. Me doy cuenta de que estoy evitando decir exactamente como me sentí, adornando el lenguaje, dándote la bienvenida y todo eso. Me convertí en un jodido extraño: dudo mucho que alguien se haya sentido asi alguna vez, era como si el miedo fuera una viscosidad que se me pegaba a la piel, no podía quitarmela, no podía, y cada vez me hundía más y más. Ni siquiera me despedí: sencillamente, di un pequeño saltito y empecé a andar. "No me echarán de menos", pensé. Y es que en esos momentos...en fin, me vuelvo invisible, pierdo mis atributos humanos y me convierto en una piedra sin vida. Me había pasado toda la semana intentado visualizar aquel momento, y en mi mente, su aspecto era diferente: todo el mundo quería hablar conmigo, fascinados como estaban con mi interpretación: me daban sus emails, querían volverme a ver. Las expectativas. Al dia siguiente me desperté con la idea de organizar algo por mi cuenta: vuelve el niño que juega solo, que no quiere aprender a montar en bici, el que piensa que se basta a si mismo para sobrevivir en este mundo. Aún hoy no he abandonado esta idea, pero va perdiendo fuerza: posiblemente el martes ya la haya descartado. Mira que frias tengo las manos, Noelia me da la mano y me dice que pases un buen dia, muchacho. Un momento de humanidad...de sentirme vivo, normal, natural. Pero pronto se pasa. Vuelves, vuelves, silenciosa como siempre, pero con algo nuevo, diferente....últimamente sospecho por todo, como si el mundo girara a mi alrededor, con un significado que esta esperando a ser descubierto: delirios de grandeza otra vez. Me da miedo no ser grande, temo el dia en que no quiera serlo, porque ese dia despertaré a la gran nada en que se ha convertido mi vida. Nuevamente la idea de la justicia: no es justo que me sienta así, pero es un hecho, me estoy deshaciendo, descomponiendo sentimentalmente. Ya no puedo amarte. Pero aún puedo pedir ayuda, quiero que me rescates, en el fondo soy un romántico y eso es lo que necesito, que una chica me devuelva a la realidad, que me diga que no estoy solo, y todas esas cosas. Me gustaría, por lo menos, saber que se siente, si es verdad que eso te cambia la .vida, si es cierto que tendría más energía para vivir, con más alegría. Yo que sé. Todo es virtual y efímero, todo desaparece, o no contesta, o ni siquiera existe. Te echo de menos, pero no sé que cara tienes, si eres rubia o morena, si te gusta sonreír o no, si soportarías que te hablara de cómo David Bowie decidió irse a Berlín una y otra vez. Desconozco siquiera si existes, supongo que sí, pero solo en mi pasado, o en mi memoria, o en una dimensión inalcanzable para mí. De todas formas da igual, te dejaría escapar, me convertiría en un egocentrico que se cree todopoderoso, que no necesita a nadie, que es un genio. O un gilipollas. Estoy triste, eso es innegable. Ver la luz durante una temporada no ha estado mal, es más, durante alguna temporada llegué a imaginarme como una cabeza más, perdida en la masa, una palabra perdida en la interminable novela de la vida ( joder, que cursi me ha quedado esto...sería facil borrarlo, así nadie sabría de mis errores, pero si no me conoces equivocandome ¿ crees que puedes decir que me conoces?). En estas catacumbas reabiertas con billete sólo de ida, te sigo imaginando como en una pelicula, pensando que de casualidad me dirás algo y despertaré de nuevo a algo diferente, dándole de nuevo sentido a lo que me pasa, a lo que me rodea. Me salvarás, no se ni cuándo ni cómo ni dónde, pero sé que lo harás. Pensar que eso será así algún día es lo que me mantiene lejos de pegarme, de negarme la imagen en el espejo y no luchar por mantenerme a flote en este naufragio que siempre vuelve, que nunca se muere del todo y que ahora tiene más fuerza que nunca. Este silencio, esta parálisis. El fin. El fin.




P.D.: Me alegró mucho leer tu mensaje, Nox. Sin embargo, me desconcertó ( aunque he de admitir que positivamente) una frase tuya:."Me gusta leerte. Lo sabes". Siento decirte que no lo sé, porque no sé quien eres. Seguramente nos conozcamos, o quizá no, en cualquier caso, déjame que te dedique esta canción. Espero que encuentres tanto placer al escucharla como yo al dedicartela.