viernes, 22 de noviembre de 2013

Rainbows

Afectos fragmentados. Todos los arcoíris han perdido el color. Las palabras se me antojan innecesarias o inútiles. Sencillamente, llego tarde. Y el miedo, el pánico a que nada cambie, a que todo siga exactamente igual, siendo perseguido por las mismas sombras, echando de menos a las mismas personas. Que necesito ayuda es algo incontestable, que sepa como pedirla es algo bien diferente. Sueño con paisajes soleados, con sueños convertidos en realidad, o por lo menos agradables, como los que tenía cuando era pequeño: aquella tierra que nunca volveré a pisar, cada vez mas mitificada según voy envejeciendo: no depende de la edad, depende del ritmo con el que se aprecian los detalles, del ruido del viento y de la presencia ausente de la compañía del silencio. Pero caigo de nuevo en mi error favorito, en encubrir la realidad, en pintarla con colores diferentes, aunque quizá de eso se trata, de una eterna huida de aquello que no nos gusta, esa es nuestra gran libertad: volver hacia atrás en el tiempo para reescribir los recuerdos: por eso me gustan mas que las fotografías, puedo reinterpretarlos, poner en tus labios palabras que jamas dijiste o dibujar mejor la silueta de tu sonrisa. Todo se queda a mitad, las amistades, los amores frustrados: camino entre arenas movedizas, sin poder evitar el deseo de pararme y dejar que todo me engulla. Seguramente no es tan difícil, pero pensar que la vida es maravillosa y que tengo mil y un motivos para sonreír es una solución que se me antoja demasiado idiota y que además, ya intenté poner en practica hace tiempo. No funcionó. Supongo, en una licencia a mi egocentrismo/megalomanía que el no encontrar distracciones terrenales es una señal divina (o de cualquier otra índole pero señal a fin de cuentas) de que tengo que hacer algo importante, algo más grande que mi vida: los demás pueden quedarse con sus objetivos pequeños, con su vida feliz y sencilla, que me dejen apartado como el loco que jamás conseguirá nada, el exagerado. Pero necesito tranquilizar mi alma antes de cumplir el estereotipo: necesito aprender a dejar de amar, aunque eso me cueste la vida. Me resulta odiosa mi propia debilidad frente a la persona amada, la distorsión de todo lo aprendido, la alteración de los valores. Y me es dolorosa la fragilidad de la otra persona, su exposición al dolor, toda esa información intima que se halla escondida (ya nunca más) en su cuerpo desnudo. No quiero conocer los olores, las fragancias del amor, las sonrisas sin sentido y la felicidad. Solo quiero trabajar, encerrarme en un mundo que pueda construir, sometido a mis propias reglas, bien para cumplirlas, bien para quebrarlas, quizá esa sea la única función de una regla, la de dividir el mundo entre lo conocido y lo extraño, distintas geografías con ritmos y paisajes completamente diferentes. Andar por sendas vacías, sin huellas de pasos anteriores, ir más allá del propio lenguaje, aunque eso signifique perder toda posibilidad de comunicación: por eso no somos libres, por eso no nos atrevemos a asumir la libertad, que no es responsabilidad (en todo caso sería compromiso, un compromiso con la realidad) sino aislamiento. El amor es la última cadena que me ata al mundo comprendido, a las esferas intelectuales que puedo asumir, aquí se como funcionan las piezas, y aun así, sigue siendo un completo misterio. Un núcleo escondido, perdido, naufrago y decididamente seductor. El eterno adiós, y es que uno se va despidiendo poco a poco del mundo que le rodea, si es que acaso ha entendido la razón de su propia existencia. En las despedidas se pierden los afectos e incluso los odios, que tienen la tendencia a ser mucho más resistentes: solo queda algo así como un aburrimiento difuso, la convicción (o el intento de tenerla) de que nada es tan importante como parece, una cierta resignación estoica, sí, puede que esa sea la mejor definición, si bien no la mejor, (curioso concepto el de "lo mejor", parece más una dirección que un destino, pero esto es, evidentemente, una idea superficial) de lo que supone vivir. Retroceder para tomar caminos olvidados, para recuperar aquellas opciones descartadas, para intentar una especie de sacrificio en el que tu yo actual se cambia por una versión de lo que pudiste haber sido. Intento buscar el origen, y sé que está en aquellos años, no en los primeros, en los malos, sino en los siguientes, en los que todo iba bien. Algo se torció, algo me afectó más de la cuenta y desde entonces no he hecho más que huir, principalmente de mi mismo. Ahora estoy a punto de hacerlo. Intento mantener la calma, pensar con serenidad, a fin de cuentas estoy "madurando" o dándome cuenta de cosas que antes permanecían ocultas, pero sigo sintiendo esa intranquilidad interior, la convicción de que algo va mal: una cadena es tan fuerte como el más débil de sus eslabones, o algo así. Supongo que estoy escribiendo por escribir, más o menos como siempre, pero hoy me sentía especialmente distinto, extraño, ajeno: el adiós está más cerca de verbalizarse, de hacerse carne después, para terminar olvidándose y adaptándose a la nueva situación. No es ninguna novedad. Hoy, después de casi un mes, volveré a quedar con A., tomaremos un café y yo no sabré como actuar, perdido en sus bonitos ojos azules. La última vez llevaba shorts, hoy supongo que vestirá diferente. Viviré, durante el tiempo que dure nuestra cita y nuestras respectivas paciencias, una suerte de felicidad o de alta satisfacción. Mis risas serán sinceras, como siempre, y como siempre pensaré que ella es mi salvación. Pero esta es una nota a mi yo del futuro ( de dentro de unas horas): "Ella es la última. Tómatelo como una despedida de los deseos, bebe de sus labios como beberías de una copa y entiende sus manos como el preludio de un atardecer. Después, cuando vuelvas a casa, acuéstate temprano, y vive a partir de mañana la promesa de un mundo mejor, si bien en solitario, lejos de las palabras, de lo innecesario, sumérgete por primera vez y de forma sincera en unos esquemas básicos que te permitan vivir sin demasiada tristeza. Empieza tu camino y deja todas esas frustraciones atrás". Tengo la asquerosa tendencia a hablar como un gurú de la autoayuda, cuando en realidad sé que es prácticamente imposible olvidar ciertos hábitos, ciertas tendencias, ciertos amores. Lo que me hiere es lo que me define.

jueves, 31 de octubre de 2013

Old songs

Demasiado tiempo. Las mismas cargas de siempre y nada parece cambiar. Y nunca acabo de recuperarme de mis propias debilidades, odiando y deseando ser amado al mismo tiempo, encerrado en una incomunicación autoimpuesta que no acabo de comprender, pero supongo que la comprensión de ciertas cosas es un lujo que no me puedo permitir en este momento. Escribo mensajes anónimos de los que luego me arrepiento y hablo de amor con personas recién conocidas, de las que en un par de días me aburro y borro de mis contactos. No me gusta dividirme en tantas porciones, no quiero tener tantas versiones, nunca llegaré a dominar el arte de conocerse a uno mismo. Hoy cocinaba las sobras de ayer: champiñones y un poco de carne picada con tomate y mientras miraba por la ventana, el cristal lleno de gotitas de lluvia, el horizonte nublado y un constante lamento en el césped, me daba cuenta de que ahora, por fin, después de tantos años, estoy en ese punto en el que puedo dejar mis vicios atrás, he sentido una súbita tranquilidad, estar solo no está tan mal, y la religión siempre está ahí, esa especie de relación-acordeón que tengo con ella. Incluso, tras años de jugar al malditismo, de pensar en el suicidio de una manera más o menos artística, de lamentarme por no tener a nadie, a ti, de pensar en la rubia, en la lista, en la idea del amor, puedo permitirme un respiro: me empieza a dar igual. Y es más, volviendo a lo del suicidio (es un tema que siempre ha estado presente en mi cabeza) me he dado cuenta de que no merece la pena ponerme fin tan pronto: hay un tipo de conocimiento que solo se adquiere siendo viejo. Solo por eso ya merece la pena seguir adelante. Quiero hacer mi mundo más grande, aunque a veces me sienta condenadamente pequeño y miserable, pero seguramente he de acostumbrarme a vivir con esta sensación toda mi vida, ese sentimiento de estar al borde del colapso, de esos sentimientos mutiladores que me rodean a diario, unas veces feo, otras gordo, otras excesivamente delgado, otras guapo pero triste, no hay equilibrio, o quizá mi equilibrio sea no encontrar tranquilidad nunca. No se lo que digo, aunque siempre diga lo mismo. Y he cometido errores que nunca pensaba que cometería, como recurrir a antiguos contactos, a esos que despaché de mala manera, por la sencilla razón de que me hacían sentir solo y ahora, esa misma soledad me impulsa a llamarlos otra vez, sin resultados. La música. De nuevo ella es el único refugio. Y no solo por el gusto de un estilo u otro sino porque cada canción es un pequeño cajón en el que guardo intacto algo de mi. Es un placer escuchar ciertas piezas pasado un tiempo y verme reconocido allí: puedo ver lo que veía la primera vez, lo que pensaba, a quien quería, y cuales eran mis miedos. Pero tampoco descubro nada nuevo, es lo que todos llaman "nuestra canción". Estoy un poco oxidado tras todos estos meses, cambiando la piel, buscando una voz, un estilo que nunca termina de llegar, pero eso, la búsqueda es lo que le da sentido al camino, y ahora, en este preciso momento, comprendo (en una de esas enseñanzas que llegan de golpe, sin avisar y sin posibilidad de darles la espalda) que no puedo permitirme esperarte más tiempo. He puesto muchas ilusiones en encontrarte y Dios sabe que lo intenté, que realmente soñaba con el momento de reconocernos después de tantos años, de tantos equívocos, pero sencillamente no ha funcionado: lo reconozco, he fracasado, y me queda el consuelo de por lo menos haber aspirado a lo máximo que podía, incluso tras haber intentado recuperar el contacto contigo, pero he llegado al final del mapa, al error del geógrafo, a esa zona no prevista en la que no hay nada que decir, simplemente callar e intentar averiguar el significado de los silencios. No he sabido amarte, aunque no por eso dejo de creer que puedo amar, y ese sería el verdadero pecado, sentir raptada esa capacidad. Se acaban los espacios, pero empiezan los recuerdos, los anhelos y los deseos que empiezan a limpiarse del lodo de las frustraciones, de ese sexo enlatado del porno, de las perfecciones invisibles de lo desconocido y virtual. Se acaba el simulacro, y solo queda la repetición desnuda. Tras lo virtual, quedan las cenizas, la reliquia del tiempo perdido. El tiempo otra vez. Es hora de perderme en mi propia sombra, y hablar de mi pasado como una leyenda que jamás existió. Quiero empezar de nuevo, sin ti, sin esa versión de mi que me avergüenza, no digo con ilusión (la gente me sigue dando miedo y las manías se empeñan por crecer) pero con una firme aceptación de mi propia realidad. He perdido algo de esa frustración que me hacía escribir con furia, y mis sueños, o por lo menos algunos de ellos, no son tan grandes como solían. En esta tierra baldía todo son ecos que me recuerdan a ti, ya no estás y empiezas a desaparecer poco a poco, cada vez más lejana. En mi memoria, y solo allí, quedará el placer de haberte conocido.

sábado, 18 de mayo de 2013

Vampire

Necesito amor, pero único que busco es sexo pero no es un sexo satisfactorio, no es real, es un mal sustitutivo de lo que realmente siento que me hace falta y acabo por sentirme mal y por echarle la culpa a todo el mundo a toda la gente que no se molesta por mi y cuando pienso eso me doy cuenta de que joder, de que yo no me preocupo de ellos, que soy un egoísta recalcitrante y que es normal que en momentos así me sienta solo, y pienso que a fin de cuentas es algo que me he buscado y aunque no me gusta, es algo a lo que tristemente estoy acostumbrado, a verlo todo desde la distancia, desde una barrera de seguridad que me impide empatizar aunque estoy seguro de que exagero y entonces suena el teléfono y es mi madre y noto su voz cansada, pero también noto más cosas en su voz que no son solo cansancio, la noto triste, malhumorada, animicamente agotada y decepcionada y se lo pregunto, le digo que si le hemos fallado y me dice que sí, que esperaba más de nosotros y yo me entretengo viendo articulos de broma ridiculos, boligrafos con cabezas que saltan de un lado para otro, telefonos con forma de hamburguesa o de boca y tangas de cola de elefante, y mientras hago todo eso mi madre sigue lamentándose a su manera, diciéndome que con nuestra edad esperaba que hicieramos las cosas mejor y empiezo a sentirme como una mierda, otra vez y nuevamente me siento separado de todo lo que me rodea, como si flotara, como si fuera un espíritu y me despido y cuelgo el teléfono y me marcho de la estúpida tienda que tiene una vaca en la entrada pero las palabras siguen allí echando raíces, repitiéndose y alterandose en mi propio perjuicio y recuerdo que no merezco que me digan que he fallado, justo ahora que he conseguido abandonar el alcohol, justo cuando he rechazado el trato cordial, el sentirme querido, o falsamente querido o por lo menos reconocido tan pronto pisaba el umbral, no merezco estar solo y el corazón me pide a gritos una chica que esté a mi lado, pero me parece que la edad de ir revoloteando en busca de una chica ha pasado para mi y que es mejor que me ocupe de mis asuntos, sin hacer demasiado ruido, que termine mi trabajo y desaparezca del mapa, sea lo que sea lo que signifique desaparecer, porque ya no tengo ni idea de qué significa qué ni tampoco tengo demasiadas ganas de comprobarlo y aquellas calles aún siguen en mi, el casino lleno de personas, por la noche, con la piel roja por haber estado en la playa todo el día, con unas expectativas quizá elevadas, pero con un sentimiento parecido a la alegría que se esfumó tan pronto como me quedé solo, y no quería dormir todavía, me daba miedo ver a la gente pasar por delante y entonces empecé a caminar y algo dentro de mi me decía que si tenía el suficiente valor tenía que demostrarlo en ese preciso momento, que debía demostrarme a mi mismo que podía NO ir a aquel lugar otra vez, pero seguí caminando, cruzándome con mil caras desconocidas, y no estaba el chino que tocaba el koto roto ni el chino que vendía aviones que dan vueltas y hacen ruido de sirenas ni el payaso que quiere dinero para un ferrari, no estaban pero los notaba a mi alrededor, como si por más personas que llenaran el paseo no fueran suficientes para hacerme olvidar mi rutina diaria, porque para mi aquello seguía estando vacio, sin nadie, con ese sol de la tarde que te abrasa la frente, con el cegador brillo del mar, en ese horario en el que no pasa nada y seguí caminando, digo, quizá con la esperanza de ver a Jara, mi camarera favorita con una ropa un poco más sexy y quizá subida en la barra, bailando, aunque el día anterior me dijo que no le gustaba bailar en la barra, que sólo lo hacía cuando se había emborrachado o cuando le ponían un billete de 10 o 20 euros, no recuerdo, en el tanga y también me dijo que no sabía que hacer con su vida, que todo le aburría, que tenía casi 30 años y que nada la hacía feliz y sentí miedo, sentí aquel vertigo de no saber hacia donde dirigirme y recuerdo que bebí una pinta más para intentar olvidar aquella sensación, y todo siguió igual, sus referencias a su novio y a su nintendo y a sus libros y a su madre y a sus compañeras de trabajo y a la playa y a esa manera suya de decir que había leido el 70% de un libro y el 20% de otro y a ese cumpleaños que había tenido la semana pasada y a su dolor de espalda y todo con ese gesto hastiado, con esa manera de hablar contigo porque, en el fondo, no tiene mucho más que hacer, pero siempre desde la lejanía, como una distracción necesaria y pensaba que a lo mejor, sólo a lo mejor, ella se entretenía conmigo y por eso me hacía ilusión verla aquella noche, pero cuando llegué no estaba ella, estaba la otra, la flaca, y una que no había visto nunca que me dijo que si quería algo y yo le dije que una pinta y me senté en la esquina de siempre y por allí rondaba el encargado descargándose música y de repente me empecé a sentir fuera de lugar, terriblemente triste y solo y bebía a sorbos pequeños, esperando que pasara algo que me hiciera cambiar de opinión, pero pasaba nada y quizá había ido demasiado pronto al bar, y las camareras bailaban ajenas a la gente de la terraza, que ya estaba atendida y ajena a mi, que no me conocían y entraron cinco personas que parecían extranjeras, y una de ellas era una chica muy guapa pero se fijó en mi y yo tampoco mucho en ella, cuando me dí cuenta de que uno de los chicos del grupo era novio suyo y me encerré en mi tristeza y pedí otra pinta, prometiéndome que sería la última sobretodo, más que por el ambiente o mi propio malestar, porque al lado había un tipo casi gordo con cara triste y un casco de moto que estaba bebiendo una cerveza sin alcohol y me pareció deprimente tenerlo alli al lado, pareciendo un reflejo de mi mismo y me enfade interiormente con el bar, con las camareras con los clientes y conmigo mismo por permitir aquella comparación, pero el tipo pronto se fue y volví a ser el único tipo que bebía en la barra y un poco más tarde entraron un grupo de heavies, tres tios con el pelo muy largo, casi por la cintura y dos chicas una de ellas, nuevamente, muy guapa. Me gustan las rubias. Pero ella era morena. Parecía inteligente. Pero eso sólo era una construcción. Una construcción mental. Un pasatiempo. Una manera de sentir que algo podía pasar. Los tipos pidieron chupitos de Jager y se los tomaron a la vez que bailaban y se hacían fotos, demasiado inocentes a mi parecer teniendo en cuenta que eran heavies y que para mi los heavies o son angeles del infierno que parten piernas con sus cadenas o son una pandilla de maricas y ponían sonrisas y cantaban por encima de las canciones del bar, añadiendo falsetes en aquellas partes en las que el cantante original no cantaba y haciendo un poco de air guitar y me pareció insoportable y me dediqué a fijarme en la otra chica, que no era tan guapa como la primera pero que llevaba unas botas que me gustaban y pensé que si tenía buen gusto para vestir quizá lo tuviera para todo lo demás pero justo cuando pensaba eso se puso a bailar pegada a un cristal pretendiendo ser sexy delante de uno de los heavies que hacía la gracia de bajar por unas escaleras al otro lado del cristal y pensé que el mundo no merecía seguir existiendo, que merecíamos un apocalipsis pero me conformé con crucificarme a mi mismo, pagando la cuenta y dejando una propina de 3 euros, aún cuando no tenía ganas de dejar nada, pero quise suponer que la dejaba como despedida emocional de aquel lugar, al que no tenía intención de volver, como de hecho he conseguido, supliendo aquellas horas con paseos por la Fnac, en busca de libros o discos o helados, pasando por delante de la catedral y sintiendo ganas de entrar, porque me siento culpable por demasiadas cosas pero no sé si eso puede funcionar y siempre me parece que voy mal vestido para entrar a una catedral y pienso a continuación que si lo que me preocupa es la ropa que llevo, en realidad no merezco entrar a una catedral a pedir perdón y que tengo que seguir arrastrando mi propia roca, llevándola hasta la cima para dejarla caer y volver a empezar y reconozco que aunque he estado unas dos semanas o quizá una sin usar el chat, he vuelto a utilizarlo, algo que es seguramente menos malo de lo que me parece, pero que me hace daño, quizá porque necesito sentirme querido y quizá por eso hablé con Eva, aunque no tenía demasiadas ganas de hacerlo y me arrepentí a los dos días, cuando me dí cuenta de que no tenía nada que decirle, que aquello era una completa tontería, que me han pasado demasiadas cosas, he caido en demasiados abismos y han cambiado demasiadas cosas como para que pueda retomar algo que murió antes de navidad y curiosamente no me siento culpable por eso, porque soy incapaz de mentir afectivamente y cuando siento que no tengo nada que decir, cuando me siento solo simplemente desaparezco sin dar explicaciones, porque sinceramente me parece que no son necesarias, porque mi vida es un caos del que sólo yo participo y en fin, un desorden que tiene que ir despidiéndose de las expectativas, de encontrar a alguien, de eso tan naíf que es el amor, de aquellas necesidades infantiles que ahora son traumas, revelados en la negativa a relacionarme adecuadamente con las personas, de no pasar de un nivel superficial, recluyéndome en el desconocimiento, quizá para siempre porque los amigos me han llegado demasiado tarde, justo cuando no sé como tratar con ellos, justo cuando no los necesitaba, por más que agradezca su compañia, y es que los necesitaba cuando era pequeño, cuando tenía que inventarme juegos, amigos, amores, cuando tuve que construir un pequeño mundo que me aceptara, aquel en el que reconocí a Violeta, que era una chica que amé en sueños, que siempre tenía caras diferentes pero que siempre era la misma y que algunas veces estaba en la calle y otras en casa, pero siempre recordaba mi nombre y era agradable, pero acababa por despertar y tenía que volverme a esconder en la última fila de clase, en un rincón en el recreo o detrás de algún libro cuando salía del colegio y, bueno, ahora las cosas son diferentes, ya no me escondo, quizá porque donde estoy no hay nadie más y mi reino es un desierto que gobierno en solitario, por eso ya no tiene sentido esconderse, no, ya no y entonces recuerdo que en un par de dias mi padre sale del hospital pero no quiero pensar que ha acabado, porque aún tengo mucho miedo, miedo de sentirme demasiado niño para afrontar la situación, de ver a mi padre mucho más deteriorado de lo que lo vi cuando estaba ingresado, de no saber dar lo que se necesita de mi y a muchas cosas más a las que no puedo ponerle nombre y es que mis miedos permanecen en la oscuridad, jugando con las trenzas de los problemas, riéndose cuando me caigo, satisfechos de mi debilidad y es que reconozco que soy una victima facil. Demasiado. Un juego aburrido. Aquello ya no existe, no lo hará nunca más, y escucho a Mark E. Smith y me enfado, siempre que lo escucho me entran ganas de darle un puñetazo a alguien y sigue sonando "Wings" y me repiten que los pequeños cambios pueden alterar mucho más que una simple década y me entra el pánico y no sé dónde meterme para huir, como aquella vez en la que sufrí un ataque de miedo y me parecía sentir el miedo en mi propia piel, con mi mano encogida y mi brazo rígido, tanto que me dolía y gritaba sin ser capaz de articular una sola palabra y es que el miedo estaba allí, justo allí, en el techo y mi hermana estaba a mi lado pero no lo veía pero yo sí, estaba allí, encima y se metía bajo mi piel y luego salía, como un fantasma, como algo mucho peor que aquello, como yo mismo frente al espejo, con todas mis imperfecciones a la vista y le dije que necesitaba ayuda o no sé si se lo dije, pero lo pensaba, lo gritaba y fue en aquella semana cuando sentí que todo el mundo podía acceder al amor, sentirse querido menos yo, mi hermana con aquel chico que había conocido, mis amistades con sus parejas, en la calle los arrumacos, los comentarios en las chicas solitarias que decian "sí, el otro día mi novio..." y todo lo demás y lloré y grité y me escondí en un rincón deseando que el tiempo pasara rápido, más rápido aunque sin saber muy bien a dónde dirigirme, aunque en aquel momento eso me daba igual, solo quería otra cosa, otra, me era indiferente: cambio a mejor o a peor, pero cambio. Lo necesitaba. Lo necesito. Lo necesito. Lo necesito. Lo necesito. Lo necesito. Lo necesito. Y no sé que necesito. No tengo claras mis necesidades, ni mis vicios, ni mis virtudes, ni mis capacidades, ni mis errores, ni lo que puedo ofrecer, ni lo que puedo exigir, ni lo que puedo perder, ni lo que puedo ganar. Lamerse las heridas es un entretenimiento bastante raro.

miércoles, 1 de mayo de 2013

Satellite

Tengo frio, y miedo y me tiemblan las manos y no dejo de pensar en ayer, y quizá, aunque sin tanta insistencia en mañana y me siento solo otra vez, aunque no tengo motivos y miro mi cama y pienso que debería hacerla, que un mes es suficiente y que cuando me miro al espejo empiezo a ver otras cosas diferentes, otro rostro que no conocía, pero eso da igual porque está aquí, aunque me parece extraño, como si no me perteneciera, como si yo siguiera siendo otro, otro que está perdido y llorando en algun rincón, el niño que pide ayuda o compañía o sencillamente alguien que juegue con él a la pelota o que hable de los tebeos de Son Goku. Y en mi cama, por la noche, pensando en el partido de fútbol que quería ver por la tele y que no ví, en las palabras de mi madre, en esos insultos que no merezco o que sí merezco pero no los quiero asumir, porque esto no es un problema, es solo un tropiezo, aunque no sea el primero y el anterior no haya sido hace mucho y entonces me doy cuenta de que hablo como todos los alcohólicos y pienso que soy diferente a ellos, porque soy más inteligente, lo que pasa es que mi vida me aburre y pienso que si voy al bar no es por beber, la bebida me da igual, si voy es por las camareras, porque me gusta clavar mi mirada en sus culos en mallas mientras van y vienen a la terraza, y siento miedo por no recordar nada del día de ayer desde las 8 de la tarde y me sorprende comprobar que fuera capaz de caminar desde el puerto hasta el parking y aguantar casi todo el trayecto sin vomitar, aunque justo en el camino de entrada a casa, cuando mi madre me llamaba para decirme que todo estaba bien, que estaban en planta y que la crisis de la semana pasada estaba controlada, tuve que pasarle el telefono a mi hermana para vomitar. Tres chorros, coloreados de color rojo, aunque no sé porque tenían ese color, si sólo bebí cerveza, aunque Jara me dió frutos secos para acompañar, puede que sea por eso, y me siento débil y ridículo y solo y avergonzado porque todas sus palabras tienen razón, y me llaman caradura y, bueno, no puedo hablar mucho ni tampoco pensar deprisa y me entra sueño y a duras penas logro ponerme de pie para hacer pipí antes de quitarme la ropa, vaciar los bolsillos de mi americana y quitarme los zapatos para comprobar que tengo heridas en los tobillos y de que mi impresión de que me estaban pequeños no era tan sólo una impresión y duermo y me parece viajar lejos, muy lejos aunque al despertar descubro que sólo es el día siguiente. Y las camareras estaban contentas, o quizá un poco borrachas, bebían vino cuando llegué y mi camarera favorita se alegró de verme y me dijo: ¡tengo barril! y me preguntó por el fin de semana y después siguió atendiendo a las mesas y cuando casi terminé la primera su compañera me dijo se te ha roto el vaso pero aún me quedaba un poco y lo terminé y le dije ahora sí que se me ha roto y le preguntó a mi camarera si había confianza y yo respondí que sí y mi camarera dijo sí, un poco y entonces la otra usó el mismo vaso para servirme la segunda y yo seguí bebiendo sin pensar en nada excepto que me gustaba estar alli, que me gustaba ese ambiente, con la luz del sol y el puerto a mis espaldas, con la apariencia de normalidad en la cara de las personas que tomaban lo que fuera y con mis risas automaticas cada vez que las camareras me decían algo y entonces Jara se pone detras de la barra y me mira y yo la miro a ella directamente a los ojos y no sé bien que decir porque la mirada dura más de lo habitual y entonces ella me pregunta que qué me parece la música y yo le digo que me parece bien que ya sabes lo que dicen, renovarse o morir, bueno, esto no es renovarse mucho, me dice ella, pero por lo menos están en castellano y puedes cantar la letra le digo y me se ríe y bebe un poco más de su copa de vino y vuelve a salir a la terraza y suena Tino Casal y luego Hombres G y luego Seguridad Social y las camareras se ponen a bailar y yo a tararear la letra en voz baja y luego Iván Ferreiro afirma verano muerto, veré a las chicas pasar, será como aquella canción de los años 80, seré como el tipo que algún día fuí y entonces la camarera me dice que si tengo alguna sugerencia casposa que la diga, que se aceptan recomendaciones y me río y en el fondo me siento tonto, muy alejado de todo aquello, pero tambien me da igual, porque alli no soy yo, estoy en otro lugar que no sé si es mi proxima estación o sólo un delirio provocado por el miedo que me esta dando todo esto, el ver a mi padre en la UCI, el acostumbrarme a deambular por el hospital, sometido a la lluvia, unas veces suave, otras dura que me acompaña durante todo el camino, con mis pies frios, en una ciudad extraña y los trenes, y las vias, grises, azules, colores sin significados propios que sólo son muestra de mi estado de ánimo y entonces quiero gritar y quiero llorar y aislarme y reclamar la atención de todo el mundo y le digo a mi madre que me hubiera gustado no haberla visto tan pronto y pienso que no sé muy bien qué trato de decir cuando le digo eso y me abraza y me aprieta la mano y me dice que ya lo sabe, y cuando vamos a comer a la cafetería del hospital, cuando estamos con las bandejas de comida en la mesa, con la sopa cubierta, el pollo con patatas fritas y el yogur y el pan y el vaso de cocacola todo con el mismo sabor que tenía la comida del comedor escolar al que iba cuando era pequeño, se me ocurre agarrar las manos de mi hermana y de mi madre y rezar, aunque la mente se me queda en blanco, me pierdo cuando intento encontrar algo de paz y empezamos a comer en silencio, el mismo silencio que me rodea a diario, ese que no sirve para justificar que llegue tambalante a casa, con vómito en los pantalones y que hace que durante el día de hoy mi hermana no me hable mucho y pienso que yo también haría eso, que la entiendo y que ya se le pasará y me pongo triste y tengo frío nuevamente. Suena Mónica Naranjo, en una canción de la época en la que empezó a ser una musa gay y la camarera dice que se va a teñir el pelo de moreno y de rubio y yo me fijo en su boca cuando habla y descubro que lleva un piercing en la lengua y automáticamente me acuerdo de esa escena de Pulp Fiction en la casa del traficante cuando la mujer del traficante le dice a Vincent Vega que el piercing en la lengua lo lleva porque mejora el sexo oral aunque no soy capaz de pensar sexualmente en la camarera que tengo justo delante y dice entre tú que tienes la garganta rota por tanto cantar y tú que tienes el vaso roto no me dejáis tranquila y reímos y le doy mi vaso para que lo llene y después cuando Jara sale de nuevo a la terraza la camarera me dice que si soy gallego y yo le digo que no y ella me dice que tengo acento y yo le respongo que pensaba que no tenía ningún acento y ella me dice que lo deje, que son cosas suyas y me río y suena Loquillo, y me entran ganas de ser una rock'n'roll star y vuelven a estar las dos dentro del local y parecen un poco deseperadas o aburridas o enfadadas porque su novio les ha dicho que no puede quedar esa noche y brindan y lo mandan a tomar todo por el culo y una se va a la cocina y Jara vuelve a ponerse delante y vuelve a mirarme con sus ojos marrones y su pelo largo negro y me gusta que lo haga aunque no sé muy bien que decirle y se me ocurre preguntarle que cuantas copas de vino lleva tomadas y me dice que tres, porque a su amiga, la otra camarera, no le gusta la cerveza, pero que le apetece una caña y me ponen otra cerveza y la camarera de dentro sale y viene un tio de unos 40 años con camisa negra, pantalon negro, pelo negro y gafas de sol negras y le pregunta algo a la camarera, algo que no puedo oír y el tio le da la espalda bruscamente y la camarera me mira con cara de sorpresa y yo levanto mis cejas, intentando mostrarme curioso. El tio se marcha en seguida, moviendo sus hombros como si tuviera estilo, pero no lo tiene, no en absoluto, y le pregunto qué es lo que ha pasado y me dice que el tipo quería Mahou pero que no tenía y sigue diciéndome que lo peor es que eso es habitual que pase y yo para relajar el ambiente digo que después de Monica Naranjo ya no se me ocurre nada y suena La Unión y Los Rodríguez y mientras bebo les digo a las camareras que son malas, pensando en irme a casa, porque la última vez que llegué a este punto también vomité y no quiero que se repita y entonces Jara me dice que dónde voy a estar mejor que allí y la otra me dice que me quede y que les haga compañía y los tres levantamos la copa y brindamos y el horizonte me empieza a parecer extraño y un poco borroso pero me da igual porque siento que les he caído bien a las camareras, que por fin le he caído bien a alguien y que me gusta esa sensación y me acuerdo de cuando esperaba en la estación, el tren con retraso y mi hermana apoyada en mi hombro, terminando Menos que cero y viendo a dos idiotas delante de mí, uno con gorra, el pelo teñido de rubio y dos pendientes en la boca y el otro gordo con una camiseta de Marea escuchando musica heavy estridente primero y la entradilla de Doraemon después y me doy cuenta de que me gustaría pegarles un puñetazo, de que me sentaría bien un arrebato violento con ellos pero pronto se me pasa y me doy cuenta de que me da igual pegarles o no y de que, incluso, sería mejor que fuera OTRO el que lo hiciera. Me invitan a una cerveza más, por cuenta de la casa me dicen, pero puedo tomar ni un trago más y además es tarde y tengo que volver y apenas pruebo la espuma y entonces hago un gesto de "se acabó" y Jara me cobra y cuando su mano me devuelve el cambio, se lo vuelvo a dar a ella como propina y me mira pícara y la otra se asoma por la cocina y la saludo con la mano, despidiéndome y se muestra contrariada, como si quisera que me quedara allí y a mi me gustaría quedarme, pero no me siento del todo bien, aunque quiera convencerme de que todo está bajo control y no quiera pensar demasiado en un abismo demasiado cercano y Jara le enseña la propina que les he dejado y se despide afectuosa y entonces me marcho con muchas ganas de volver, no por la bebida, sino por su compañia pero mi madre me dice por teléfono que no vaya más, que evite la tentación y pienso que tiene razón pero que no puedo huir de mis problemas, que tengo que superarlos y pienso que eso mismo podría aplicármelo a otros ámbitos de mi vida más problemáticos o decisivos y me percato de la debilidad de mi espíritu, como cuando me quedo hasta las 3 de la mañana un lunes o un jueves mirando el ordenador, sin nada que hacer, perdido en intrascendentes conversaciones de chat con múltiples nicks, Lou Reed, Nikki Sixx y hablo con Guarrilla28relatox y al acabar, cuando le digo lo solitario que es hacer eso, cuando le digo que los relatos son un mal sustitutivo del amor, cuando intento tener una aproximación lo más humana que puedo, ella, él o ello no contesta y yo cierro el ordenador, dándome cuenta de que pierdo el tiempo haciendo esto y de que no puedo justificar en el miedo de la situación mis malas acciones y de que en el fondo, estoy cogiendo el peor camino posible, el que me traerá más problemas y me doy cuenta de que lo más horrible de todo es que no sé lo que necesito, no sé que pedir y no sé a quién buscar y cada vez ando más perdido, más lejos de la orilla de mi inocencia, dándome cuenta de que mis sueños son demasiado ridículos y de que mi pretensión de ser escritor no se sostiene por ningún lado ahora que veo como Adriana triunfa y no sé si merecidamente o no, porque no hablo con ella y lo que una vez fue una amistad sincera ahora se me antoja un contacto virtual sin mucho sentido y me siento mal porque debería alegrarme y estar feliz pero luego me pregunto que por qué debería sentirme asi o de ninguna otra manera y me doy cuenta de que la noticia positiva es que empiezo a salir de la dependencia o la esclavitud emocional que sentía cuando me acordaba de ella y de que eso de que algunas personas sólo están de paso por tu vida es verdad y pienso también en Mariona, que está muy lejos, más lejos que nunca y que ya no la siento como una amiga ni nada de eso, a la que parece que le dan igual mis cosas y a la que no me apetece contarle nada definifivamente decisivo y pienso en borrarla de Facebook porque no veo que esto vaya a ninguna parte porque no hay nada que me moleste más que saludar y que no me devuelvan el saludo, sobretodo cuando no es una sino varias veces, aunque la semana pasada yo hice lo mismo cuando caminaba por la universidad, cuando me crucé con el gilipollas que iba a venir a mi recital y no vino y el que me iba a enviar su revista y no me la envió yo seguí caminando, escuchando a Daft Punk, noté que el me llamaba pero mi jugada fue perfecta, ya que seguí caminando recto, bostezando y arrancando hojas a los árboles, que es una cosa que me encanta. Pensé interiormente que le jodan, pero se me pasó rápido, ya que me daba absolutamente igual esa persona. Y no quiero acabar esto mencionándolo en último lugar, porque parecería que le doy una importancia que no tiene, pero no se me ocurren sustitutivos, únicamente mis sueños, esos que últimamente no aparecen, mi mente en blanco, que reza o busca algo sin nombre, que desea que acabe esto, sea lo que sea, y que algún día, mi pena se marche, pero que aún es pronto y todo sigue igual, sin sentido...

martes, 23 de abril de 2013

Green

Y seguir escribiendo como si eso me ayudara a olvidar, a no prestar atención a todo lo que me rodea porque esto es nuevo para mi y porque siempre había sido yo el que dejaba a la gente, el que desaparecía sin dar explicaciones y saber que voy a quedarme perdido en un limbo virtual no me hace ninguna gracia, me pone triste y me enfado o quizá las dos cosas a la vez o una detrás de la otra, sin saber en qué orden. Otra vez un chat, pero sin expectativas, sin ilusión, sencillamente por aburrimiento, usando siempre la misma frase, la misma, ("¿Qué te pone más caliente, que te bajen suavemente las bragas o que te las arranquen?") a todas las que creo que son chicas aunque en el fondo sé que son tios gordos feos o gays o tias gordas o tias feas o lo que sea y aunque no me gusta no lo puedo criticar, porque yo también estoy metido en esa mierda y empiezo a corregir, a revisar mis palabras a intentar vivir de otra manera el pasado y me quedo encerrado en mi propia insatisfacción y no me quedan más opciones que quejarme e ir a beber, cada vez más habitualmente, pero lo hago porque hablo con la camarera, aunque apuesto mi meñique a que tiene novio porque dice "me regalaron" o "me invitaron a cenar" y yo intuyo que quien le regala o le invita es un chico y en una de estas frases perdidas creo escuchar el nombre "Carlos" e intento visualizar como será ese tal Carlos y me lo imagino un tanto simple pero con muchos músculos y coche y entonces me doy cuenta de que es eso lo que marca la diferencia, pero habla mucho conmigo y se rie y me dice que le gustó mucho el té que le di y entonces pienso que bueno, que eso es sufciente para mi, que no hay porque ser ambicioso con estas cosas y entonces entra la nueva camarera y me fijo que tiene más tetas que la camarera que me gusta a mi, pero eso no me hace cambiar de opinión y aunque intento no pensar en nada o por lo menos en muchas cosas, sigo preocupado por mi padre, preocupado porque tiene un par de bichos que le hacen subir la fiebre, y la fiebre no baja o lo hace muy poco y yo discuto con mi hermana porque es demasiado sentimental cuando en realidad el problema es que yo estoy perdiendo mi corazón y que cada vez reacciono peor a los estimulos sociales y que siempre estoy a un paso de mandarlo todo a la mierda y tirarme por un puente, aunque luego nunca hago nada. Y ese niño en la Fnac, con el cómic y su madre que me recuerda a mi, porque de pequeño tambien leía cómics, cuando aún había pesetas y salía corriendo a la prensa a comprarlos y me parecía lo mas importante del mundo y era feliz cuando los leía una y otra vez una y otra vez y soñaba con ser uno de aquellos marcianos con superpoderes, porque en el colegio mi vida era demasiado aburrida y yo quería volar y lanzar rayos laser por mis ojos y todo aquello y entonces me dan ganas de llorar, porque me doy cuenta de que todo aquello no volverá y me doy cuenta de que no tengo a mi madre conmigo y me doy cuenta también de que gasto demasiado dinero en demasiados libros que no puedo leer, porque no tengo tanto tiempo para hacerlo o porque cuando lo tengo no tengo ganas o porque me quedo dormido o por cualquier otra razón y entonces pongo musica para intentar olvidar todas estas cosas. Daft Punk. Deerhunter. Fleetwood Mac. Pulp. Black Rebel Motorcycle Club. Chet Baker. Olivier Messiaen. Atlas Sound. Laura Marling. Guns'n'Roses. Neil Young. Oasis. Morrissey. Martyn Gorecki. Jacques Brel. Karlheinz Stockhausen. Los Stones. Los Strokes. Jeff Buckley. Best Coast. Motley Crue. Jarvis Cocker sin Pulp. Ben Harper. Blondie. Bruce Springsteen. Depeche Mode. Johnny Cash. Ladyhawke. Leonard Cohen. Nick Cave&The Bad Seeds. Pavement. Art Pepper. Radiohead. Sophie Ellis-Bextor. Arvo Part. Tame Impala. Warpaint. John Coltrane. Talk Talk. Tom Waits. Blur. Elastica. Pero no me sirve de nada y necesito salir y perderme y caminar por calles que no conozca y ver desconocidos diferentes y dejar de ser yo mismo aunque sea por un solo segundo, pero no puedo, no he aprendido ese truco todavía y me pongo triste de nuevo y entonces me doy cuenta de que es una mierda ponerse triste porque yo quiero ser duro como lo era mi abuelo que fue minero y marinero y cavaba grandes hoyos para plantar arboles y yo no siento que haya hecho nada de lo que sentirme orgulloso, verdaderamente orgulloso como para ponerme una medalla y contarselo a la gente y la noto lejana, nuevamente tras la pantalla y siento una especie de bilis asquerosa en mis labios, la derrota virtual, esa que no significa más que otras, pero que no te da más opciones porque no puedes discutir, no puedes alzar la voz ni romper ningun plato o ningun vaso y recuerdo cuando me enfado que tengo el tic de romper lo primero que tengo en la mano o si no tengo nada doy un golpe en la mesa y abro mucho los ojos y parece que no soy yo y me da verguenza reconocer que en muchos aspectos mi amabilidad es falsa porque no se gestionar bien las situaciones dificiles y no soy ejemplo de nada. Veo un cartel sobre una conferencia sobre el aborto, que en realidad es en contra del aborto y que esta organizada por el grupo biblico universitario y me viene a la mente un grupo de Amish como los de Ultimo Testigo y me fijo en la frase que tienen como slogan que dice algo como "los que estan en contra del aborto nacieron" y yo pienso en cómo es posible que haya personas tan idiotas y de golpe se me quitan las ganas de ir a esa conferencia y pienso que jamás podré ser un cristiano decente, si es que eso es ser un cristiano decente, porque leo libros de teología pero no me gusta la gente y eso es un handicap porque no me gusta dar la paz a nadie ni que me la den a mi y bueno, es solo una anecdota y vuelvo a mi camino solo, ahora mas que nunca, y me pregunta que qué me pasa y en ese momento me doy cuenta de que ahora le importo una mierda porque le dije que tenía a mi padre en el hospital pero parece que hay personas que se ponen a si mismas en el centro del universo y todo lo que no se refiera a ellas es algo leve o poco importante y pienso en cortarme aun mas el pelo para dar una imagen mas agresiva y suplir asi lo que no consigo con mis palabras y luego pienso que a lo mejor me equivoco y que un luchador de lucha libre no es el mejor modelo a seguir a la hora de cortarse el pelo y me doy a mi mismo la razon y entonces cambio de opinion y me quedo con el corte que tengo, aunque no se si mañana volveré a cambiar de opinión y todas las chicas que me rodean tienen novio y estan lejos y no tengo oportunidad con ellas y no se si quiero tenerla y pienso que siempre me gusta decir no y rechazar y me acuerdo de Rachel y de su boca que era muy fea y de que a pesar de todo me quería y me hacia sentir bien a su manera, pero eso es hacer trampas, y la borro de mi cabeza, porque aquello acabó, acabó radicalmente aunque nunca se puede decir eso, pero no puedo contar con nadie, ahora mismo no puedo compartir con nadie mis problemas y tampoco quiero, cuando ayer mi camarera me dijo: te veo apagado hoy yo solo le respondí que había sido un dia muy largo y ella me dijo que eso le pasaba a ella también, y yo le dije que había semanas que se pasaban volando y que había dias que se me hacían eternos y me sorprendí de ser capaz de mantener una conversación de barra y ella se rió y eso fue agradable y después me dijo que vigilara la barra un segundo porque tenía que ir al baño porque no aguantaba más y me gustó estar allí vigilante y masculino, aunque no fuera nada de eso. Me doy cuenta de que me repito, y de que esta repetición no tiene sentido, porque todo esto es aburrido y no me lleva a ninguna parte y yo que sé, pienso que no tengo mucho que decir o que no sé como decir lo que quiero decir o si alguien va a querer escucharme o si alguien va a querer hacerme compañia o voy a tener que inventar un mundo para mi o si me voy a rendir y dejarme morir en este que usan todos o...

sábado, 20 de abril de 2013

Birds

El miércoles por la noche me dolía terriblemente la cabeza y me quedé dormido enseguida. Quería leer pero bebí demasiado, o bueno, no demasiado pero lo suficiente como para anular mi mente por la noche. Casi he olvidado mis días anteriores, aunque la tristeza sigue ahi, persistente, idiota, pegajosa, sin dar explicaciones, acompañándome a todos los sitios sin que yo se lo pida, celosa y simple. De noche hablé con mi madre y le dije que estoy muerto de miedo, que estoy empezando a dudar de todo y que no tengo claro cómo va a ser mi futuro. También le digo que necesito mi espacio, pero en el fondo no tengo ni idea de dónde buscar, porque parece que ya no hay sitio para mi y que sobro o que no tengo nada que aportar y, bueno, sólo soy otro más que ha perdido, tampoco es ninguna tragedia, pero a mi me molesta, porque, en fin, porque yo quería tener una de esas vidas que te cuentan y no te las crees, pero estoy descubriendo que no es mi caso y al dia siguente me sigue doliendo la cabeza y decido quedarme en casa, me quedo solo con la bata y el pijama puesto, abro la puerta y escucho el Dog Man Star de Suede, y me doy cuenta de que suena mucho mejor con altavoces grandes que en el mp3. No hay nadie conectado en facebook y me apetece hablar con alguien, porque estoy muy aburrido y no me apetece leer ahora. Acabo entrando en un chat con el nombre de Richard Yates, leí ayer que ese es el titulo de una novela de Tao Lin, que resulta que es un tipo que esta ahora de moda porque escribe sobre internet y gente solitaria y yo pienso que qué coño, que eso no tiene tanto merito, porque hay muchas personas que hacen eso, pero que no le dan importancia ni caracter literario, porque en el fondo piensan que es algo tan normal que seguramente no le importe a nadie y yo pienso que tienen toda la razón y hablo con Mujer Borde y le pregunto que porque tiene ese apodo y ella me dice que es lo que la gente le dice que es, y yo descubro que no sé muy bien cómo seguir la conversación y decido entrar en otra sala del chat, la de mayores de 40 años, y hablo con CHICA IBIZA, que me dice que es empresaria y cuando le pregunto de que me dice que de una empresa y que esta demasiado ocupada para seguir hablando conmigo. Tengo la puerta abierta y entran dos pajaros. Revolotean. Buscan. No encuentran nada. Dan vueltas y vueltas alrededor de la lampara. Se van. Yo dejo de cubrirme la cara de una forma ridícula y vuelvo a prestarle atención a la pantalla. Nadie más me habla por el chat y CHICA IBIZA me dice que no le gustan los yates y yo pienso que seria demasiado complicado explicarle que yates no se refiere a los barcos sino que es el apellido de un autor y de un libro y no le digo nada y me noto demasiado espeso, incluso por aqui, donde no tengo porque seguir siendo un tipo triste. Los pajaros vuelven a entrar y se posan en la esquina de un adorno del techo. Visito a Valentina Nappi pero al acabar descubro que tambien el sexo se está convirtiendo en algo aburrido, o por lo menos este sexo tan instatisfactorio, que no me dice nada ni me pone caliente ni me hace disfrutar ni me da nada de lo que dicen que da el sexo, supongo que por culpa mía y empiezo a cansarme de estas piruetas y de los estiramientos y de las pieles sudadas y de esa irrealidad tan cercana, tanto que me hace sentir incomodo, pero siempre demasiado tarde y nunca de manera definitiva, porque siempre vuelvo a recurrir a el ya que sé que no tengo muchas mas alternativas, pero no me siento comodo, porque hay algo que me dice que no está bien, aunque me sepa el nombre de casi todos los actores y actrices, me gustaría saber de otras cosas, o no saber nada en absoluto y recuerdo en ese preciso momento que tengo un libro de Jean Baudrillard que trata precisamente ese tema, la seducción y el sexo y el porno y decido que tengo que leerlo para por lo menos justificar mis propios pecados y me sorprende explicar mi conducta en terminos de pecados y virtudes porque me parece que no tengo ni una cosa ni la otra, que tampoco es para tanto y que no sé a quien le puedo contar si soy una buena o una mala persona, en esencia porque soy solamente una persona normal, sin mucho que contar. Por la tarde, o quizá la tarde anterior, vuelvo al bar y está la camarera que me gusta, pero hay mucha gente y yo no digo nada y me siento en la mesa de siempre, esa que está al entrar a la izquerda, justo al lado del altavoz grande y saco mis apuntes y me pongo a leer algo sobre Amartya Sen y me parece un tipo pedante e insoportable pero me lo tomo como un trabajo y lo leo desapasionadamente, justo como no deben hacerse las cosas, pero me da igual y me fijo en los dos tipos que estan en la barra, miro como se acarician y entonces supongo que son gays y me doy cuenta de que no puedo ser detective, porque de eso se habria dado cuenta cualquiera y piden un bocadillo vegetal y mi camarera se mueve como por espasmos de la terraza a la cocina y de la cocina a la terraza y los gays le gastan bromas y ella se rie como cuando yo le digo algo y eso no me gusta mucho porque pensaba que conmigo se reia diferente pero intento no perder el ánimo y miro a la mesa, a las velas apagadas y entonces suena Voy a pasarmelo bien de los Hombres G y me hacen gracia porque están pasados de moda y pienso que puede que me lo hubiera pasado mejor en los 90 y pienso en triangulos de colores, pero no sé por qué motivo. La pareja se va y mi camarera se acerca y me dice que me ha visto entrar sin decir nada y que pensaba que la había abandonado y yo pienso que no la he abandonado que no podria hacerlo y que precisamente vengo porque me gusta verla arriba y abajo tan cercana y tan inaccesible a la vez pero que por eso mismo me gusta y que me siento feliz aqui sin pensar en mis problemas, pero no digo nada y me sirve un tercio porque no queda cerveza de barril y yo le digo que estoy en sus manos con un sentido mucho más fuerte en mi cabeza que en mis palabras. Me tomo tres tercios y entonces viene la sustituta y entiendo que mi hora ha llegado y pago y dejo propina y me voy y fumo de vuelta a casa escuchando a los Stones de los 80 y no los encuentro tan malos y pienso que la gente tiende a criticar lo que conoce demasiado quizá porque se aburren o quizá porque no es bueno conocerse demasiado y pienso en emperadores cambiandose los calcetines y en que la primera vez que escuché esa frase fue en una clase de filosofía que no era de mi carrera y que no estuvo mal, aunque al final acabe por olvidar todas las ideas que tenía porque lo que yo quería hacer era escribir algo nuevo y lo que acabé haciendo fue una mala imitación de Wittgenstein, porque en aquella epoca y también en ésta me gustan las personas que parece que están a punto de tirarse por un puente y que no tienen miedo de poner su vida en la balanza que mide las apuestas de sus vidas y bueno, recorro las mismas calles por las mismas aceras para llegar al mismo lugar y luego a casa y nuevamente no hay nadie conectado y vuelvo al chat y dudo de si entrar en la sala de amistad o en la de sexo y entro en la segunda porque hay más gente y porque puede resultar más útil a la hora de olvidar que mi padre ha tenido una pequeña infección y que ha pasado un mal dia y que aún no puedo confiar en que todo esto es sólo una pesadilla y no una realidad de la que no puedo escapar. Hablo con Putita Choni y me dice que su ilusión es hacerlo en un sitio público en el que la puedan descubrir y me dice que lleva tacones rosas y un moño alto y los labios pintados y una cintura estrecha pero yo sé que no es nada de eso y yo le digo que tengo tatuajes pero no los tengo y que tengo músculos aunque no los tengo y todo lo demás y empieza a decirme que entremos al probador y yo sigo la conversación y miro a la vez pasapalabra, pero el programa no me dice mucho, me aburre, pero no me apetece cambiar de canal y lo dejo aunque no me parece que tenga mucho mérito ser un diccionario con piernas y Putita Choni dice que tengo un pollón, y me envia su dirección de correo pero a mi no me interesa agregar a nadie por correo ni escribirme con nadie ni tomarme esto como otra cosa que lo que es, aunque no sepa muy bien el qué y pienso en todas las chicas angelicales, buenas personas que estan ahi fuera esperándome o quizá esperando a ser encontradas y luego pienso que no soy aconsejable porque soy muy inestable y me dice que entremos al probador y que le baje la falda y yo le digo que la dependienta nos ha visto y que quiere hacer un trio y entonces sale de la sala y se acaba la conversación y yo apago internet y hago callar a los perros o salgo a jugar con ellos, no recuerdo. Hoy veo a Amy y me siento bien, trato de ser muy efusivo en mi reencuentro, pero no se como expresar ese tipo de sentimientos, nos tomamos una tapa y todo parece como siempre, como si nos hubiéramos visto ayer, cuando hacía 3 meses que no quedábamos, pero da igual, porque paso un rato agradable y decimos de quedar la semana que viene para ir al cine, a ver la última de Steven Soderberg, no quiero ver la última de Almodóvar ni nada demasiado cursi, aunque en el fondo cualquier entretenimiento estará bien. Amy me cuenta que se va en la dirección contraria a la que voy yo, que ha quedado con unas amigas y yo le digo que me alegro mucho de haberla visto de nuevo y ella me da las gracias por no hacerla sentir sola y le digo que cada vez que se sienta asi que me avise y nos decimos adiós y yo me subo al autobús y me pongo a escuchar a Beach House en un asiento doble sin saber si quiero que alguien se siente a mi lado o si quiero que me dejen tranquilo. Saco de la maleta un libro de Phillip K. Dick pero me distraigo con la gente que veo pasar por la ventana, la pareja mayor que espera el autobús, la chica morena que en un principio parece muy guapa, pero que vista con más calma no lo es tanto y el chico que lleva unos vaqueros rotos y una camiseta vieja y barba y pienso que me gustaria ser asi y entonces veo mas personas de las que no soy capaz de recordar ningun detalle y me olvido del tipo de la camiseta y vuelvo al lugar de inicio, como una ficha de un juego de mesa que no tiene más aspiraciones que dar vueltas y vueltas por el mismo recorrido, siempre que alguien esté interesado en jugar, pero qué más da eso y camino evitando las calles cortadas y noto que mi dia se acaba y que estoy muy cansado y justo cuando más cansado estoy escucho a Kiss por la radio y recuerdo la voz de idiota que tiene Bret Easton Ellis y que tengo que buscar un libro, el que sea, de Zizek y nuevamente quiero ser otra persona otra vez y dejo de escuchar música porque llevo las mismas canciones desde hace un mes y ya no se lo que me apetece y lo que no y pongo la tele y veo las mismas caras de siempre hablando sobre los chechenos de Boston y descubro que el que han matado tenía mi edad y pienso que aunque mi generación sea un saco de mierda todos los jovenes somos iguales y que fracasamos al mismo tiempo y que me dan miedo los locos, aunque estén lejos. Ponen una canción de Tom Jones en un anuncio pero no reconozco ni qué canción es ni de qué habla el anuncio. No tengo mucho más que decir.

miércoles, 17 de abril de 2013

Sun

No sé lo que me hace falta. Me lo pregunto mientras miro desde mi silla la estanteria llena de libros. Cada fila tiene el mismo número: 22,22,22,22,22,22 y en la de abajo, 14,14,14,14,14,14. En la última, esa que no puedo ver desde aquí, está el primero: 1,1,1,1,1,1. Las grapadoras rotas y después mi mesa, con demasiados papeles. Es una forma de aparentar que estoy ocupado, pero me paso el tiempo pensando qué hacer. Grandes sueños, pero ninguna esperanza. Lo mismo da. Estoy en esa fase, la fase en la que las pesadillas empiezan a hacerse realidad. Lo bueno es que cuando se cumplen, bueno, tampoco son tan terribles, aunque siguen molestando, a fin de cuentas esa es su misión principal. Me aburren cada vez más cosas, supongo que así es como empieza uno a suicidarse, no encontrando satisfacción en nada ni en nadie. Me imagino como irá creciendo mi cota de descontento desde el "no tengo amigos, que triste estoy", hasta el "no merece la pena seguir". Sí, cada vez estoy más convencido de que me suicidaré un dia de estos, no antes de los 27, pero tampoco mucho después. Últimamente siento que fracaso en todo lo que hago, que todo lo que toco se convierte en una mierda monumental, cuando de pequeño era un niño simpático, con muchas expectativas, y era tímido como ahora, pero tenía una sonrisa muy bonita y siempre iba bien peinado y no decía palabrotas y no sabía el significado de muchas palabras aunque empezara a leer desde muy temprano y no supiera que hay gente mala o gente que simplemente no tiene nada que decirte y que no te quiere y te hace daño queriendo o sin querer, pero eso no importa, porque lo que importa es que cuando me miro al espejo no hay nada que me guste, ni por dentro ni por fuera, y recurro a mis héroes de infancia o a algunos héroes nuevos, inventados, para tener otros modelos, para saber que a pesar de todo, las cosas pueden ser de otra manera pero nunca funciona, porque todo sigue siendo igual. Entro nuevamente en un chat, pero no hablo con nadie y lo desconecto a los dos minutos, pero me sirve para dar por perdida la batalla, para poner un nuevo dia de inicio en las fechas de recuperación. El último día no fue año nuevo, sino hoy. Nada. Solo ruido. Ruido que crece. Desearía que mis timpanos pudieran estallar, para no escuchar nada del mundo que me rodea, pero esto es la imagen patética y ridícula, estereotipada de un suicida de libro. Los suicidas de verdad no hablan de morir, simplemente se matan. Yo no soy de esos, simplemente me aburro y me doy placer de maneras diversas. Pocas cosas me importan, y las que me importaban están dejando de hacerlo, supongo que eso me convierte en una mala persona, por olvidar, por no tener en cuenta, por no comparar tu situación con la mia y por no pensar que los cumpleaños, el tuyo, pueden no ser siempre felices. Me acuerdo de Eva, según Facebook, hoy es su cumpleaños, pero no voy a felicitarla, porque no tengo nada que decirle y porque no quiero ser uno de esas personas que te felicitan sin sentirlo de verdad, de esas que no le dan valor a las palabras o quizá yo le doy demasiado y tendría que frivolizar y decirlas más a menudo, yo que sé. No sé como seguir una conversación después de los primeros cumplidos, no sé comunicarme de una manera sincera, lo que me hace pensar que posiblemente yo sea como todos los demás, no tan diferente, sólo lo mismo pero de otra manera, por lo general mal explicada y me pongo a seguir a todo el mundo en Twitter, sin ni siquiera mirar el nombre, simplemente pulsando la palabra "seguir" como si eso me hiciera sentirme mejor, cuando en realidad no me hace sentir nada y sólo me recuerda que estoy en la tercera planta de la sala de ordenadores de la universidad, escribiendo un poco porque no tengo otra cosa mejor que hacer y porque quiero olvidar la mañana de hoy que ha sido larga y tediosa y desagradable porque me han dicho que lo que escribí no vale que lo único que vale es el esquema, que eso si se puede salvar pero que lo demas es arbitrario y sin metodo y yo me rio y les doy la razon, porque la tienen y porque no tengo muchas mas alternativas y me dicen que me deje de hacer literatura y que me centre en mi tesis porque no explico las cosas bien y nuevamente sonrio sin decir nada aunque me molestan sus palabras, pero no como molestan las de una persona que te cae mal sino como aquellas que no te queda más remedio que aceptar, con una cierta resignación, y me dan animos en cierta manera y me preguntan antes de empezar por mi padre y yo les cuento que lo operaron la semana pasada y que esta saliendo de la fase crítica pero que aún queda mucho por delante y me doy cuenta de que uno de ellos tiene la voz un poco ronca y me imagino que tendrá un poco de gripe o un resfriado, pero se me olvida preguntar y empezamos con el repaso y yo tomo notas de todo y me voy convenciendo de que tengo que hacer las cosas mejor, de que a pesar de todo no soy un idiota, de que tengo que sacar lo que quiera que sea que tengo dentro de mí y sentirme un poco más feliz, porque me paso todo el dia allí y no tengo más refugio que un buen trabajo, lo que hace que mi vida, en realidad, sea algo bastante llano y simple, como el horizonte que me gusta ver por las tardes, cuando he terminado con mis cervezas y camino solo y entonces acabamos con el repaso, y resulta que tengo que rehacerlo todo, pero con método, porque he escrito al azar, sin criterio, entonces antes de volver a mi despacho me llama y me dice que entre a su oficina y entonces me dice no es algo fácil de decir, pero que me lo tiene que decir y yo me asusto y me dice que no me asuste y yo digo "vale" y me callo y sonrio y entonces el empieza a contarme que varias personas le han dicho que tengo un problema con mi olor corporal y la verdad, no lo entiendo porque yo me ducho todos los dias y me pongo desodorante y me cambio de ropa a diario y desconozco porque me dicen eso y le cuento que bueno, que cuando hace calor, en fin, lo llevo peor que otras personas y que en cierta manera me siento mal por aquellos que se han sentido molestos, pero es un consejo para el futuro, asi que no te lo tomes a mal pero solucionalo y entonces me empiezo a acordar de que eso era lo que me decían de pequeño para meterse conmigo, decian "aquí huele mal" sin referirse a mí, como si yo fuera un apestado, y entonces me sentía triste, porque no sabía qué habia hecho para que la gente me tratara así y todos los que lo decían eran los que jugaban de delanteros en los partidos de fútbol del recreo y los que no me elegían o me elegían de defensa o de portero, porque son los que menos tocan el balón y los que menos les molestan a la hora de hacer filigranas, resultó que con el tiempo, uno de esos niños estaba trabajando en una cafetería y me saludó con modestia, porque seguramente era un buen tipo, aunque de niño era horrible, más o menos como todos los niños y en fin, yo no tengo porque guardarle rencor a nadie, aunque a veces tengo ganas de odiar a algunas personas hasta el dia en el que se mueran ellas o me muera yo. Decido ir esta tarde a comprarme una buena colonia y un buen desodorante, porque ellos también huelen a su manera, pero a mí no me gusta discutir y esto se me pasará en un par de tardes, tampoco tengo que dramatizar en exceso, porque no se lo merecen ellos ni, por supuesto yo, aunque me cuesta pensar que yo no me merezco algo, porque siempre se puede mejorar y siempre se pueden aceptar las criticas constructivas y me distraigo mirando twitter o facebook, pero no hay ninguna novedad, por más que me empeñe en quererlas, en desearlas, en que pase algo diferente, pero hace tiempo que perdí el poder intrínseco en los deseos, y me falta comunicacion, pero eso ya lo sabia y fui yo quien le pedí cambiar, porque sé que me aislo y que no hablo y que la gente piensa que soy un bicho raro o quizá no lo piensa pero como no hablan conmigo no saben qué libros me gustan, qué música me gusta o qué películas me gustan y entonces la única referencia que tienen es el olor y después me lo dicen y yo me siento mal, aunque quiera convencerme de que no tengo que darle tanta importancia, pero lo cierto es que me da mucha verguenza, y no me ayuda nada a dejar de tenerle miedo a los demas. Pero a los demas no les importa que yo tenga miedo o lo pase mal porque como no me conocen, no estoy tan cerca de ellos y sólo soy un compañero, pero no puedo culparles de eso, no puedo echarle a nadie la culpa de ser débil, de tener miedo y de estar triste, aunque me gustaría hacerlo, porque eso me quitaría un poco de peso de encima y, quién sabe, quizá eso me ayudaria a ser un poco mas feliz, porque me cuesta mucho serlo, porque cada dia me da la sensación de que empiezo de cero y de que todo se puede romper y es que aún sabiendo como soy, me niego a asumirlo, puede que si supiera que tengo limitaciones, que soy un ser gris, sin mayores cualidades que las de quejarse o jugar a ser alguien interesante, todo fuera mas sencillo, pero me gustan las cosas complicadas y las chicas complicadas y los libros complicados porque lo facil me aburre enseguida, pero no tengo que enfadarme por eso, todo cambiará y encontraré mi lugar tarde o temprano, pero pienso que mas vale temprano, porque no sé si tendré la paciencia suficiente para que la vida despliegue sus opciones, y, pienso, no tengo mas opciones que esperar, esperar a todo, a que mi padre se recupere, a que pueda dar con la tecla adecuada en mi tesis, a que alguien me lea y piense que esto merece la pena o a que una chica se de cuenta de que necesito ayuda y compañia, sí, tengo que esperar a todo eso, porque no tengo energias para cambiar, no tengo ganas de promover una pequeña revolución y eso que lo intenté antes de que mi padre se fuera al hospital, iba a correr a la universidad y hacía pesas, pero me aburri de correr solo y de no tener más alicientes que los que yo solo me pusiera y dejé de ir y ahora fumo pero sin estar enganchado, sin sentir ninguna necesidad de hacerlo, simplemente como algo que forma parte de mi paseo vespertino de camino al bar. Lamento todo eso. Lamento no sonreir. Me pregunto en que momento empece a sentirme así de mal, porque tuve una epoca en la que parecia que se me había pasado, y que pensaba que de nuevo volvia a poder sonreir, pero esto ha venido de golpe, sin avisar, como quien te da ventaja en una carrera que sabe que puede ganar de una manera muy facil, sin esforzarse, estoy más triste que nunca y no puedo compartirlo con nadie. Me sigo riendo, pero ya no significa lo mismo. Me rio, pero sólo por cumplir, y porque no se relacionarme de otra cosa, pero tampoco puedo contarle mis preocupaciones a nadie porque ellos ya tendran bastante con lo suyo y me gustaria enfadarme de verdad y gritar y llorar hasta que me duelan los ojos y pedir cariño o pedir ayuda o las dos cosas o las que la otra persona quiera darme, porque cada vez mas pienso que no tengo voluntad ni capacidad para exigirle nada a nadie y eso es lo que quiero, exigir, dar un golpe en la mesa y cruzar los brazos enfadado, como un niño pequeño, así, así me quiero sentir y que luego venga alguien y me diga: no estas solo, aunque me odies, yo te querré. Es incondicional. Las únicas personas que me dicen eso ahora estan lejos y sólo me lo pueden decir por teléfono, pero yo necesito un abrazo, sentirme protegido por una piel, aunque sea débil, eso da igual, y llorar y pensar que todo ha acabado, que ahora sí, podemos empezar otra vez, pero ahora de manera distinta, evitando los baches que siempre nos han hecho tropezar. Y mañana volveré a pasarlo mal. Y pasado. Y el fin de semana, cuando me quede en casa, me concienciaré de que tengo cosas que decir, de que hay trabajo que hacer y de que no me puedo rendir. Pero entonces, llegara el lunes y todo volvera a ser como antes, como siempre, terriblemente como nunca.

martes, 16 de abril de 2013

Disappear here.

Estoy encerrado en mi despacho. Me da miedo salir. Tengo cosas pendientes en la fotocopiadora, pero no quiero salir. No quiero arriesgarme a tener que hablar con alguien en ese espacio de cinco segundos entre la máquina y mi mesa. Me da miedo la gente. Cada vez más. Me dan miedo muchas cosas: la oscuridad, y los ruidos. Esos ruidos. Un pequeño crujir de mi cama. El silbido del agua en la manguera rota del jardín. La sensación de que alguien ha entrado en casa. Pero no hay nadie. No pasa nada. Nunca. Silencio. Y no puedo dormir. Mi habitación cada vez está más sucia, con más libros amontonados y las bolsas de los libros y los tickets de los libros y todos mis vaqueros viejos apelotonados en un rincón, y mi figura de Napoleón al filo de la mesa, a punto de caerse cuando el perro entra con ganas de jugar y lo lame, y las zapatillas de vaca sucias encima del mueble más alto para que el perro no las coja cuando entre con ganas de jugar y todas las demás repeticiones que veo todos los días. Ayer hablé con mi padre. Lloró. Es una mierda ver a tu padre llorar. Y lo es aún más cuando ni siquiera puedes verlo y tienes que conformarte con oirlo. Es una mierda comprobar que no es nada especial, sino que sólo es otro hombre más que sufre. Pensaba que su debilidad sería diferente, pero es idéntica a esa debilidad que siempre he tenido en mente. Es un dolor demasiado normal. Y yo querría que fuera distinto, que fuera sólo mio y que no lo pudiera comparar con el dolor de los demás. Quiero apropiarme del dolor, para que nadie se crea en el derecho de darme consejos porque "yo también pasé por eso". He visto llorar a mi padre demasiadas veces en demasiado poco tiempo. No me gusta. No me gusta sentirme tan vulnerable y tan lejano a la vez, pensando en mis propios problemas. Odio a la gente y la necesito, la odio y la necesito y me canso, es agotador, odiar y necesitar a la vez. Busco en internet antiguos conocidos, pero ni siquera me acuerdo de nadie: no tengo a nadie a quien echar verdaderamente de menos. Y no estoy de ánimo para conocer a gente nueva. Sólo puedo esperar que pasen los días, y que no pase nada raro y que, joder, joder, que cambie algo porque me ahogo, porque todo es demasiado igual, las caras, las palabras, las expectativas, los temores: son iguales y eso es aburrido. Llevo una semana seguida comiendo y cenando tallarines a la carbonara de sobre por la simple razón de que no me apetece cocinar y por la simple razón de que me hace gracia pensar que es comida de soltero y por la simple razón de que están buenos y por la simple razón de que son baratos y entonces me doy cuenta de que en mi vida hay demasiadas razones simples, que me faltan razones verdaderamente importantes para hacer algo en mi vida, pero sinceramente no sé donde buscar, o si tengo ganas de hacerlo. Supongo que los problemas me vienen por el miedo a la gente, por el miedo a tener una vida normal y feliz y con un perro y todo eso, pero no quiero ir al psicologo a hablar de todo eso. Ya fui. Y él no me dijo nada. Sencillamente se sentaba ahí delante con cara de aburrido y yo me limitaba a temblar y a mirar al suelo contándole algo sobre mi fobia social, intentando justificar los cinco minutos que el tipo me concedía. Pero creo que también he contado esto en otra ocasión, y ya no sé que cosas nuevas puedo contar: no dejo de imaginarme cómo sería todo si fuera diferente, si no me hubiera dado miedo ir a jugar a casa de otros niños cuando era pequeño o si alguien hubiera venido alguna vez a mis cumpleaños. Me limito a caminar, unos días con más humor que otros pensando siempre en lo mismo o no pensando nada en absoluto, pero eso me cuesta, porque siempre le estoy dando vueltas a cómo puedo contarle lo mismo a otra persona diferente, o la misma, en un intento de imaginar cómo sería mi vida si fuera contada por un extraño. Hace calor, demasiado, y yo no lo soporto bien, pero hoy me he puesto un jersey y el abrigo más pesado que tenía. Al salir lo pasaré mal, pero para eso faltan todavía unas cuantas horas. Acabo hablando de cosas insignificantes pretendiendo que en el fondo no lo sean, como si al hablar de mi abrigo y del calor estuviera diciendo algo verdadero sobre mi. Es idiota. Lo sé. También sé que no debería quejarme tanto. Y sé que no puedo dejar de hacerlo. Demasiadas contradicciones. No me gusta ordenar nada, especialmente mi vida, sólo la dejo que vaya por donde quiera. Últimamente reconozco que he perdido el control. Y es que no sé como llevar esta situación o esta manera de vivir, me da la sensación de que se están rompiendo demasiadas cosas, más de las que soy capaz de arreglar ahora. Tendré que conformarme con las ruinas, con los recuerdos mal construidos y con todas esas cosas que podrían hacer mi existencia un poco más entretenida. Y me avisan por mensajes, para quedar, para salir, para tomar algo, como si eso sirviera, como si emborracharme y vomitar y quedarme dormido y levantarme con dolor de cabeza o imaginar que me follo a cualquier tia cojonuda, o no tan cojonuda pero que se deje hacer fuera algo bueno. O algo útil. Y muchas veces pienso que no estoy solo, que hay mucha gente igual de triste que yo, con mis mismas experiencias, o parecidas, o distintas pero que quieren escucharme, pero no quiero relacionarme con ellas, no quiero que mis palabras dejen de ser privadas, que mis angustias puedan solucionarse, que no dé el nivel exigido de ingenio o intelecto para ser considerado interesante. Quiero estar tranquilo, y encerrado, y alejado de todo lo que signifique compartir, aunque eso signifique perderme demasiadas cosas. Da igual. Ya estoy demasiado lejos como para desandar el camino. No tengo ni idea de hacia dónde me dirijo, pero no me queda otra que seguir avanzando. Aunque a veces pienso que no avanzo y que lo único que hago es quedarme quieto, pensando en moverme, en hablar, en cómo serian las cosas si las hiciera de otra manera, si en lugar de decir lo que digo dijera lo que tú esperas oir y otras cosas por el estilo. Y no me quiero morir, no de esta forma, olvidado, sin ser querido, sin que nadie me diga te necesito, quiero hablar contigo, me gusta tu compañia, te quiero, te odio, sin que nadie me diga nada, sin ser más que una persona genérica que una vez se cruzó contigo pero que pronto olvidaste. Me da miedo caer en el olvido, sentirme rechazado, sentirme juzgado y abandonado. El fracaso. Por eso nunca le dije a Inés que me gustaba y cuando lo dije fue demasiado tarde y por eso dejé de hablar con Gemma cuando no fui capaz de decirle que me apetecía mucho invitarla a cenar o a tomar un café, porque en ella estaban todos mis años infantiles, aquellos tan horribles y que quería volver a escribir con ella, o con Mariona, a la que nunca he querido como a las otras, con la que la relacion es dificil porque sólo es por internet, porque tiene más opciones y puede salir y distraerse y me da envidia esa posibilidad de accion de entrar en ese juego en el que todos participan y en la que cada partida es diferente, me da miedo que deje de hablar conmigo por simple aburrimiento. Se lo he dicho y creo que mi profecia se cumplirá algún dia. Pero esto es volver a lo de siempre, a las chicas que no hablaron conmigo, porque no era lo suficientemente guapo o listo o pillo o malo o ingenuo o fuerte o salido o rico o alto o rubio o creido o agradable o sensible porque no era nada, simplemente una sombra. No puedo volver a hablar de lo mismo una y otra vez, porque lo que pasó está ahi, y no lo puedo cambiar, por mucho que me entretenga jugando a otros pasados posibles. Y el escote de la camarera de ayer, apretado con sus grandes tetas asomandose, y sus mallas negras, transparentando unas bragas grandes o un culotte pequeño, creo que negro, con grandes piernas y un culo redondo. Y alargo la primera pinta, no quiero beber mucho hoy, y entonces llega el encargado, que es el jefe de la camarera que también es su novio y yo me alegro porque el jefe no es el novio de la camarera que me gusta a mí, aunque no sé si ella tiene novio o no, seguramente sí, pero eso da igual, discuten y tiran cajas de carton al suelo, un vaso se rompe en la terraza y los dos se mueven a grandes zancadas con gran seriedad, sin dirigirse la palabra. A mi me da igual todo esto, pero prefiero esperar un poco antes de pedir otra pinta más. Por suerte llevo un libro en la chupa y me entretengo un poco. Esto es lo que significan los libros para mi, un sustitutivo social. Y entonces las cosas se calman y entra el jefe del encargado, que no sé si es su padre o simplemente su jefe, con su mujer pintada como una puerta, al estilo de la gente que tiene dinero y se cree en la obligación de demostrárselo a la gente y salen y fuman y después se van. La camarera le dice algo al chico gordo simpatico con peinado ridículo y pantalones cortos y mochila verde con una botella de agua y que se dedica a adivinar las canciones que ponen en el bar y éste se va. Ha ido a por cambio me dice a mi, y tambien me dice que la confianza da asco y que si sigo yendo por alli al final me mandaran a MÍ a por cambio y es entonces cuando yo pienso que eso tampoco esta tan mal y me acuerdo de la primera o las primeras veces que fui a ese bar, cuando tenía dos plantas y vi un striptease a medias de cinco tias rubias y cómo en aquel momento pense que no habría nada mejor que trabajar en aquel tugurio, rodeado de alcohol y tias buenas y más tias buenas diferentes y cobrar una mierda y despertarse con resaca o ir a trabajar con sueño, pero seguí estudiando y todo aquello se me olvidó y ahora estoy aquí, atrapado en una tesis que parece no avanzar, con mi padre en el hospital luchando por vivir y evitando los comentarios de los medicos capullos que se creen estrellas porque están en Valencia y tratan a la gente como números y no como seres humanos que sufren y que te dicen un dia una cosa y al otro te advierten de que las sonrisas sobran porque puedes morirte la semana que viene y que entran y salen sin decirte buenos dias y que te cambian la bandeja de la comida con esa comida de mierda sin ni siquera mirarte a los ojos, empujando la puerta con esos culos flacidos y feos mientras miran mascando chicle lo que tienes puesto en la tele de pago. A veces pienso que todo esto tiene que dar algún resultado, que en el fondo esto me conducirá a una paz total, en la que me case por la Iglesia con una buena mujer y tengamos algun perro y seamos buenos vecinos que ayudan a sus iguales y que discuten de vez en cuando porque ella tiene que corregir los planos de algun edificio y yo tengo que preparar una demanda para un caso de la semana que viene y no podremos ir a visitar a su amiga Rocio o Susana o Alejandra o como coño se llame. Con una familia política que me recuerde que ellos, a pesar de haber sido enseñados en las mejores escuelas y de haber tenido padres y abuelos con carreras, son gente amable y que pueden hablar de cosas sencillas y que no me dejen motivos para tomarles manía o para odiarlos, porque eso es lo que me gustaría hacer con ellos y con todas las personas que no han seguido el mismo camino que yo, con aquellos que siempre lo han tenido fácil y nunca han tenido dudas más allá de qué hacer con lo que siempre han tenido a la mano. Cuando son simpaticos es dificil odiarlos, y entonces me siento mal porque me siento un miserable envidioso, una lombriz enterrada en el barro que sólo tiene malos sentimientos, pero no los tengo, o quizá sí, ya no lo sé, es cosa del miedo, del miedo y me acuerdo de golpe de aquel chico joven, de 18 años, creo, que conocí una noche en la fiesta de despedida de Carina y que me dijo que estudiaba matemáticas y que cuando yo le dije que escribía mi tesis en filosofia me dijo que la filosofía necesitaba a las matemáticas y que recordara a Descartes, pronunciándolo bien, a la francesa "Decart", y que después se dedicó a lanzarle miradas inocentes a una de las alemanas rubias que nos acompañaban y a la que finalmente le dió un beso tan inocente como sus miradas y me acuerdo también de cómo aquella noche no me despedí de Carina porque ví a una tia de unos 40 años bailando en la tarima con un pendiente en el labio y un vestido corto negro y pensé que tenia opciones pero luego resultó que no, que pasó de mí y su amiga se puso entre los dos, su amiga negra y gorda también de la misma edad, que eran holandesas y que sus hijos estaban en el hotel y entonces, cuando me di cuenta de que había fracasado salí del bar y me dí cuenta de que había perdido el rastro de Carina y de sus amigas y de que mis posibilidades de echar un polvo aquella noche habian desaparecido y fue cuando volví solo a casa o a la esquina donde me recogerían o al sótano de la tienda a dormir o a cualquier otro lugar, ya no lo recuerdo. Carina volvió al verano siguiente, pero yo no fui con ella, porque en aquel tiempo una americana me estaba molestando bastante y porque, recuerdo, me dolía la espalda terriblemente y Carina se enfadó conmigo y yo me desilusioné de ella y acabé borrándola de Facebook, porque sentía que no me quedaba otra opción que enviarla a tomar por el culo. Se produce una desconexión entre mis sentimientos y mis gestos, porque soy incapaz de abandonar ese tono de voz un tanto agudo y de sonreir sinceramente cuando por dentro estoy hecho una mierda, soñando que puedo perder a mi padre (sueños en forma de palomas moribundas que me tapan todo el cuerpo y no me dejan moverme y es entonces cuando me fijo en que una de ellas es negra y de que son cuatro uno por cada miembro de mi familia y de que la negra puede ser mi padre, pero yo no quiero que sea él, yo quiero que vuele, que vuele alto y es entonces cuando se me ocurre una alternativa, la negra soy yo, cada vez más perdido en mis abismos y en esos eufemismos que uso para decir que necesito tener amigos porque me siento muy solo y muy triste y tambien una novia que me diga que me quiere y que quiera pasear conmigo y que me diga que le gusta como escribo y que me pida que le compre algun perfume y que sea un poquito salvaje y un poquito cursi y que de vez en cuando quiera hacer el amor conmigo) y lamentando que haga sol en la ciudad, porque no es esto lo que necesito, y porque me molesta ver a esos tipos en la calle usando los bancos como tablas de estiramientos, doblando sus rodillas y dando saltitos en los semaforos en rojo, ajustándose su visera y sus pantalones cortos y que saltan a las primeras de cambio, como un resorte, tan pronto se pone verde, empezando a trotar por todo el puerto, a ritmo ágil y vivo. Entonces cuando veo eso, saco un pitillo y lo enciendo de la manera mas macarra que se me ocurre, doblando un poco la cabeza hacia un lado y maldigo no llevar gafas de sol para poder estar mirandole el culo más tiempo a esa tia que ha pasado corriendo por mi derecha, con unos shorts rosas y auriculares. Veo toda su trayectoria, hasta que, al pasar por detras del barco pirata, le pierdo la pista. Allí delante el hotel, y la playa y la gente, cada vez más gente, y los niños con sus vasos de horchata y el chino de traje negro que esta sentado tocando algo parecido a un koto roto, o quizá es otro instrumento con una sola cuerda, pero no sé su nombre. Todos parecen felices, y seguramente yo también doy esa imagen, completamente integrado en esa felicidad corporativa de la que la primavera nos hace participes, pero exagero, como siempre, lo llevo todo a un tamaño demasiado grande, o demasiado pequeño, distorsiono mi propia vida, aunque tambien pienso que eso no está tan mal, que no me queda otro remedio y que, en cierta manera, es divertido hacerlo, porque así puedo imaginar qué me dirías si nos hubiéramos conocido en otras circunstancias o cómo serías y cómo disfrutaría la gente de mis relatos, como ese llamado "El robo" que no me atrevo a escribir, por más que tenga más que pensado el inicio y el final, faltándome sólo el intermedio, pero los nudos son lo de menos, lo que importa es lo que fuimos y lo que seremos, y todo lo demás es simple casualidad, o remordimiento, o comodidad pero a veces uno piensa que precisamente es de ahi de donde no podemos salir, de donde no deberíamos hacerlo nunca, alargando los nudos y haciendolos grandes, cada vez más grandes para involucrar en nuestro pequeño drama a cuantas más personas mejor, o para expulsarlas, lo mismo da. Como ese gilipollas, así con todas las letras, que me dijo que vendría a mi recital y que no vino y que me dijo que me enviaría informacion sobre su revista y que no la envió y que me dijo que se alegraba de verme aunque no lo hizo ( creo que esto ultimo fue lo que hice yo). Me quedé con ganas de enviarlo a la mierda, pero no he tenido esa oportunidad, ese tren paso y él seguirá encerrrado de por vida en ese último curso que se llama "acabando la carrera" que suele tener una duración exponencial. En fin, casi nadie es importante, pero casi todos somos necesarios. Y es que no quiero acabar suplicando amor de una desconocida, ni llorando por buscarlo y no encontrarlo ni por recurrir a internet o no recurrir a nada en absoluto ni por pensar que hoy sí, hoy será diferente ni por creer que puedo cambiar solo. No quiero ser así.

Funny fat

-Oye, a ti te he visto en una pelicula. Me ha repetido esa frase un par de veces, tan pronto como me ha visto aparecer por la puerta. Se me ha ocurrido un insulto cojonudo un minuto después, cuando ya se me había pasado el arroz. Y es que una cosa es creerme el tipo más guay del planeta y otra bien diferente es demostrarlo cuando un capullo se cruza en mi camino. Pero la proxima vez, cuando las cosas se pongan tiesas ya se lo que diré: "Faltan diez segundos para el momento más embarazoso de tu vida", así, a lo Ford Fairlane. Hoy no estaba mi camarera favorita, pero la otra también empieza a conocerme y eso me mola. Después de aquel día fatídico, hoy las cosas han vuelto a su cauce y ya me he hecho con las riendas de mi pequeño vicio. Mientras caminaba por el puerto, me ha dado por pensar en una historia similar que me pasó de pequeño: me regalaron unas zapatillas nike azul con curvas azul eléctrico que parecían de un extraterrestre. Me encantaban aquellas cabronas: al día siguiente de tenerlas, me fui a jugar a basket como un loco y, tras algunas cabriolas, saltos y escorzos cutres, empecé a notar como me ardian los talones. Y voilà, cuando me quité las zapatillas, mis talones estaban sangrando. Me costó varios dias más domar a aquella máquina, pero al final lo conseguí y ya nunca más me dolieron. Con esta historia de mierda solo quiero justificar (y justificarme) que seguiré yendo a este sitio que me mola tanto, porque desconecto de mis miedos y mis preocupaciones, porque me siento con estilo y porque me gustan las camareras y la música. Y con esto, dejo ya el tema para siempre, porque, la verdad, no nos engañemos, tampoco da para tanto. Después me he ido al paseo maritimo, justo por detrás del puerto, donde se ven los almacenes y la parte fea de los bares, allí donde se hace el botellón universitario de primavera. Me he fumado un par de cigarros poniendo cara de horizonte para hacerme el interesante, pero no ha pasado ninguna rubia que me pusiera nervioso. Ni ninguna morena. Mierda, todo esto me está quedando demasiado frivolo. Si cada vez que salgo de mis penas me quedo en esta tierra de nadie, no sé si merece la pena que deje de repetirme o de intentar reconstruir la misma historia una y otra vez. Estoy leyendo "Menos que cero" y aunque me está gustando bastante (de hecho puedo afirmar sin temblar que estoy enganchado) reconozco que me da un miedo de cojones, sobretodo con esa frase que el prota ve en la carretera que dice "Desaparezca aquí". Posiblemente éste sea el título del post de mañana, con lo que me comprometo a dos cosas: a escribirlo y a que sea mejor que este. Pero eso tampoco es muy dificil. Grrr!

domingo, 14 de abril de 2013

De ratones y gatos que intercambian papeles

Para el coche. Y entonces, como azotado por un látigo, me asomé por la ventana, como quien se cae desde lo alto de diez escalones y tras dos o tres arcadas me quedé allí, más solo que nunca, y triste. Triste de cojones. Dejé que el aire me golpeara mi flequillo mojado por el sudor frio, la chupa se volvía viscosa, lejos del estilo que había mostrado por la tarde, antes de empezar a beber (beber sin hablar, sin moverme, sin pensar, para olvidar, huyendo de mi imagen en el espejo del váter). Me estaba perdiendo algo, una parte importante se estaba despidiendo de mi en ese preciso instante. No era la primera resaca, y sabe Dios, que no será la última, era otra cosa, diferente, pero tan pensada obsesivamente que casi diría que era algo conocido: nada más lejos de la realidad. Me di cuenta de que no tenía nada que ofrecer, de que, a pesar de todas mis ilusiones, de mis delirios de grandeza, había fracasado, mi tiempo había pasado. Y reinventar el papel de perdedor cínico y descreído no me sirve, porque la verdad sigue golpeando mi mente cada vez que me veo en el espejo ( como aquel del bar, como tantos otros extraños, lejanos, los ojos de las personas que te examinan, te critican, aquellas que estan dispuestas a ayudarte pero estan demasiado ocupadas, las que te ven como un pasatiempo, a las que le das igual, a las que importaste una vez, pero empiezan a cansarse de que tú no pongas de tu parte...todas ellas están ahí, no puedes escapar). Ha pasado el tiempo de la prisa, el momento en el que podías permitirte un error: me espera lo mismo que a cualquiera, seré uno más de los que piense que otro tiempo fue mejor, me sentiré culpable por pertenecer a una generación que no será recordada más que por ser un campo de cadáveres. Veré la tele y entonces saldrás tú, triunfadora: cumpliendo el sueño que tantas veces se me ha pasado por la cabeza, por el que hubiera cambiado todo lo demás. Aparecereás tú y todo el mundo te querrá. Todos menos yo. Y veré como mi cuerpo empieza a perder el control, y como engordaré más y más, evitando subir escalones para no sudar a las primeras de cambio y fumando, en un último giro pretendidamente elegante. No. Nada de eso. Es demasiado tradicional. Oh, pobrecito, allí está, mirándose el ombligo y lamiéndose las heridas. Es encantador. Es tierno en el fondo. Me gusta hablar con Jara, aunque me siento lejano, a fin de cuentas no dejo de ser un cliente, un parroquiano, un tipo que se sube a un taburete y está allí sentado durante una hora o dos, leyendo, o callado, mirando el techo lleno de lencería vieja, cuernos de toro y sombreros irlandeses. Magnifico. También noto que algunas personas se aburren al hablar conmigo, es como si notara que les importo tres cojones: bueno, eso forma parte del juego, no puedes gustarles a todo el mundo ¿no es eso lo que se dice? La penosa búsqueda de la redención, en lugares sin existencias, agotados: ya no hay para ti. Vuelvo a llegar al punto de partida: últimamente empiezo a pensar porque me aburro y dejo de hacerlo cuando empiezo a aburrirme. Buenas noches, buenos días y buenos ratos. Tic-tac, tic-tac: como un reloj cualquiera. El paso del tiempo. La memoria. Tú y yo. Lo que fuimos. Lo reencontrado irreconocible. Agua.

Uncle Jack

El sexo no como juego sino como trauma. Es mucho más interesante, con más matices, con mucha más profundidad e intensidad. Quizá debería haber estudiado psicología, aunque ahora que lo pienso, nunca es tarde (mentira: ya estoy fuera de plazo en muchas cosas). Desconozco que repercusiones pueden tener mis palabras, seguramente ninguna y eso, en cierta manera, me tranquiliza, porque hoy me siento rabioso, con ganas de quejarme, de rebelarme contra mi situación: si no tengo el control me pongo de mal humor, será porque ayer no hablé con nadie y mi reino de soledad se me antojó demasiado grande para poder ser recorrido. Hice mal en dedicarme a rastrear a todas las personas tristes de este planeta, la soledad y sus fobias y sus miedos han entrado demasiado dentro de mi, han clavado su puñal demasiado profundo y ya no se si me lo puedo o si me lo quiero quitar. Estoy perdido. Definitiva e irremediablemente. Tengo ganas de ponerle nombre a lo que me pasa, o mejor dicho, a quien me pasa, porque mis heridas son personas, chicas que no estan, que estuvieron y se alejan o que jamás estarán. Eso da igual, lo que no cambia es que yo sigo igual, o quizá un poco peor, y nadie se toma la molestia de prestarme atención. Quizá he tenido demasiadas vacaciones, siempre me sienta mal eso de parar, de reposar: me gustan las prisas y disfruto más pensando en el descanso que descansando. Siempre hablo de lo mismo, pero también me rio bastante a diario, por lo general con tonterias, pero qué mas da si me permiten mantener un buen tono ¿verdad?. Y considero que tengo muchas aficiones y muchas cosas que compartir con alguna chica que esté tan sola como yo. Una chica que quiera tener una vida de pelicula. A la mierda con las pequeñas cosas, con la felicidad cotidiana: no, yo no ofrezco ni quiero nada de eso. No quiero amores de telecinco o de peli indie, quiero algo que duela, odiarte y necesitarte a la vez. Ser capaces de reconstruir el desierto para perdernos en él y de morir en pequeñas dosis cada vez que nos liemos en cualquier esquina, como animales en celo. Quiero convencerme de que puedes hacerme perderlo todo y que contigo el cielo es posible. Incluso, en mis momentos de mayor soledad, he llegado a ponerte nombre, a describirte, a ti, que te conozco tanto sin haberte visto todavía, pero se que nos reconoceremos, que tu sabrás que te he estado buscando por toda la eternidad, esa que se nos esfuma a cada instante, y por todos los abismos y rincones de los estados de ánimo. Intento imaginarme, aunque eso me resulta más dificil, que sonido tendrá tu risa, y cómo será tu sonrisa...ese tipo de cosas tan cursis que me hacen más llevadera mi vida aqui y ahora, sin nadie que me preste atención, sin ser encontrado, sintiendome en fin, por qué no decirlo, a la deriva, esperando sin quererlo, un golpe mortal. Llevo varios dias soñando que me quedo paralizado por el miedo: el primer día era por un ladrón, el segundo, por unas palomas moribundas que me caminaban por encima. Quiero escapar, pero no tengo con quién hacerlo. Y es que ya empiezo a resultarme una compañia un tanto aburrida. Como siempre, he acabado por decir cosas diferentes de las que pensaba en un principio, pero confio en que esta falta de previsión haga más entretenidos para quien los lea, estos baches que recorren el camino de mi juventud decadente. Salve.

Deus ex machina

Para bien o para mal vuelvo a tener una montaña de libros pendientes: me gusta no acabar las cosas, dejar mis proyectos a mitad. Creo que me repito si digo que lo que realmente me fascina son los comienzos, esa inseguridad que acompaña a cada nuevo paso. El gusto casi morboso por sentirme perdido, por saber que soy un desconocido. Seguramente haya algun tesoro escondido en el hecho de poder reinventarse cada vez, aunque en el fondo, los errores nos son tan queridos que siempre acabamos por cometer los mismos. Nuestros fallos, más que nuestras virtudes, dicen quienes somos. A pesar de que intento mantener la máxima picassiana de escribir sobre lo que pienso y no sobre lo que veo, voy a permitirme una pequeña licencia. Esta mañana estaba en correos, listo para enviar un libro a Escocia, ese pequeño país lleno de leyendas y promesas, cuando me he fijado en el viejo que estaba delante, rellenando unos sobres. Eran poesías, llamadas "Poesías del vaivén". Me recordaba lo que yo he hecho en tantas ocasiones antes, enviar mis ambiciones en un sobre blanco, soso, con los versos puestos ahí sobre el papel, sin alma y desnudos esperando que alguien pueda valorar lo que intenté decir en mi habitación. Y entonces, me he dado cuenta de porqué además de que puede que la calidad de mis escritos sea mala nunca podré llegar a ser un escritor razonablemente exitoso: todo lo que escriben los demás me parece una mierda. Solo me gusta lo que escribo yo, lo siento. Tendré que seguir enfadandome con el mundo, pensando que están equivocados, viviendo de manera kamikaze, en contra de todos, como un salmón. Cuesta más, y puede que se vivan menos años de esta manera, pero sigo estando convencido de que es más divertido. La diversión. Erroneamente utilizo el criterio de si algo me divierte o me aburre para caracterizarlo como bueno o malo: eso puede dar lugar a grandes catastrofes. He perdido el hilo de lo que quería decir, y ahora me limito a dar bandazos, escribiendo y escribiendo con la esperanza de encontrar un nuevo rumbo: me pasa aqui, en este rincon virtual en el que enseño parte de lo que soy ( o una version exagerada de lo que quiero o detesto ser) y fuera, en la "vida real" en la que paso completamente (y/o voluntariamente) desapercibido. Y esto no me gusta nada: yo quiero ser un tio guay, como los de las pelis, pero aun soy demasiado sincero, todavia cuando me rio, lo hago de verdad, no hay complacencia en mis gestos o ironía en mi voz. Soy poco atractivo como personaje de ficción. Mira que me gustaría escribir en Playboy, en Esquire o en Interviú, pero para eso me hacen falta dos cosas: escribir y escribir bien. Dificil, dificil. Mientras tanto, me consuelo pensando que soy un diamante escondido, una perla que espera ser descubierta mientras no deja de soñar, aunque cada vez con menos ganas. El descubrimiento que más me ha aturdido, como un jab directo a la nariz, es la poderosa tiranía de la normalidad, la asquerosa facilidad que tiene para ganar siempre, hagas lo que hagas: ahora me doy cuenta de la cantidad de cosas que dije que haría y no he hecho y la feliz compañía que me hacen los errores que me prometí no cometer jamás. Menos creído, tengo que poner los pies en el suelo pero...si voy a morir de todas formas, si voy a acabar teniendo la misma vida que cualquiera...¿no debería por lo menos intentar hacer algo grandioso? Tengo pánico de convertirme en lo que estoy empezando a notar...una persona mediocre. El problema es que me aburro rapido: pero, eso si, aún no me he aburrido de la camarera, a pesar de que acercarme es asomarme a uno de mis recien descubiertos abismos. Da igual, necesito cambiar, probar a hablar con alguien no gastado, alguien que pueda descubrir y descubrirme. En fin, como siempre, he acabado desordenado y diciendo cosas sin sentido. Es mi manera de aparentar ser interesante.

jueves, 11 de abril de 2013

Sadness is coming (Less than zero)

Lo sentí como un látigo: un golpe seco, cortante, mientras no dejaba de convencerme de que aquellos pasos me llevaban donde yo quería, que si no daba media vuelta, era porque, sencillamente no me daba la gana. Me estaba convirtiendo en un parroquiano, y eso me gustaba. Me hacía sentir, si bien superficialmente, querido: sabían lo que iba a pedir tan pronto como me veían. Alguien me conocía, al fin, y me sonreía al llegar. Todos mis intentos por salir del cascarón, mis sueños de gloria literaria no han cosechado más que fracasos, bueno, menos que eso: ni siquiera me han dicho que no. Ignorado, otra vez. En contra de lo que pensaba, ella lee libros, bastantes, aunque no todos los títulos que me sugiere me parecen buenas elecciones, pero no le digo nada, estoy hablando, manteniendo una comunicación real con alguien real, pero en el fondo no se me escapa que estoy a tanta distancia como siempre. Como Edipo, el camino que recorro para huir de no se bien qué, solo me acerca a pasos agigantados al destino fatal. Pero me doy cuenta, me doy cuenta de que en toda mi vida no me he tomado en serio nada, como si a la primera dificultad, mi atención muriera. Me intento justificar diciéndome que lo que pasa es que me interesan muchas cosas, pero no es así: lo que estoy haciendo no es especial. Y al volver la carretera sucia, las lineas cruzadas, todo iba más rapido de lo que podía controlar, aunque no dejaba de repetir "más despacio, más despacio". Puede ser un buen punto de partida, quizá. Demasiados tallarines a la carbonara de Gallina Blanca, comida de soltero: supongo que a fuerza de pensar tanto en ellos, mis miedos se están haciendo realidad. Miedo a la distancia, porque tú me ponías los pies en el suelo, tú eras la mano que siempre me sostenía cuando el abismo parecía más profundo. Te necesito porque me ayudas a dejar de prestarle atención a lo inevitable: por eso te echo tanto de menos, tú me salvabas de mi mismo, nadie como tú conocía mis defectos. Tengo pánico, terror, no sé donde puedo refugiarme, soy débil, y me estoy rompiendo en mil pedazos de una manera horriblemente cotidiana. Saber que volverás, no me ayuda mucho aquí y ahora. Y saber que he de ser fuerte, que es ahora cuando tengo que dar ejemplo solo hace que me averguence aun más de mi comportamiento. No fue la primera vez, pero nunca antes con esas consecuencias, como punto de referencia tan claro en una tendencia que hasta ahora solo había existido en mi mente. Debo de dejar de suplicar amor, y dejar enterrados los cadaveres del pasado, basta ya de exhumar el dolor, de abrir continuamente mis heridas y contagiarlas con aquellas palabras, aquellos gestos que hoy me doy cuenta de que no significaron tanto como pensaba. Vosotras zarpáis y seguis dando vueltas por vuestro mar, dejandome en la orilla, como naturalmente debe ser: no soy un buen compañero de viaje. O quizá es al revés, soy yo el que no deja de moverse, o de huir, para ser más coherente con mi propia historia. Pienso especialmente en vosotras dos, en el pasado que me persigue y en el presente que se aleja. Os echaré de menos de maneras diferentes, pero igualmente sinceras. Quizá la gente no me hace caso porque hablo poco, o porque cuando hablo, cuando quito el velo de las risas sociales y las sonrisas solo hago mención a temas tristes, demasiado intensos y es que a veces se me olvida que la gente tiene sus propios problemas, sus miedos y sus aspiraciones y que no tienen porque hacerle caso a un tipo extraño que siempre esta llorando. Me intento consolar pensando que mis propuestas de recitar han sido olvidadas porque son demasiado tristes (ultimamente solo triunfa lo banal, lo superficial, la risa...quizá es un enfoque demasiado clasista, pero en fin...) cuando en realidad es que posiblemente no lo han aceptado porque es una completa bazofia. Falta de confianza en mi mismo, puede que eso lo explique todo. Lo que he aprendido en estas dos semanas ha sido que el mal es tan atractivo porque es rematadamente facil de realizar. A pesar de todo, a pesar de que cometo tantos errores y me encuentro la mayor parte del tiempo lejos de ti, vivo con la convicción de que siempre, incondicionalmente, me perdonaras y me aceptarás a tu lado, iluminando estas tinieblas que no me dejan ver el camino que he de seguir. En fin, supongo que es momento de acabar. Hasta la próxima, en otro lugar, en otro tiempo.