domingo, 6 de septiembre de 2015

Goodbye stranger.

La primera mitad no estuvo mal. Me costó encontrar un sitio para tomar algo, pero finalmente lo encontré. Una cerveza y varios lugares comunes, para establecer un marco: los estudios, la gente, los países. Ampliando el foco progresivamente. Incluso reímos varias veces, y llegué a decirle "no te preocupes por no haber encontrado amigos todavía. Yo seré tu amigo". Theresa. Un nombre manejable, no demasiado ajeno, tampoco mi favorito, pero correcto. Disculpa, tengo que ir al baño. Y yo aproveché para empezar a hacer origami, con el tiempo me he dado cuenta de que esa es su función básica, la de servirme de entretenimiento, no teniendo nada que ver con la belleza (las puntas siempre acaban algo torcidas). Al volver, todo empezó a volverse extraño, sonreía al sentarse, pero en sus ojos había un brillo distinto, incluso parecía que estaba a punto de llorar, pero no le pregunté nada, solo empecé a centrarme demasiado en terminar aquella puta pajarita con la servilleta. El papel era demasiado fino y los pliegues no duraban y ella me miró y me dijo "¿Y sueles salir mucho por la noche?" y yo no encontré motivos, no aquella vez, para contar una mentira y le dije que no, que todos mis amigos vivían fuera, en el reino unido y ella me dijo que si, que ella también tenia amigas con las que se mensajeaba porque vivían lejos pero se refería a si ADEMAS de esos amigos tenía a alguien con quien saliera los fines de semana. Pues no, no tengo a nadie y ella me miro en silencio, como si esperara que desarrollara mi respuesta algo mas, como si la soledad no fuera un escenario plausible, como si todas las actividades que me esforcé en describir (voy al cine, hago fotografía, hago también un programa de radio, escribo, leo) no fuesen opciones que pudiesen ser aceptadas y entonces no supe que responder y me sentí incomodo y empecé a pensar en voz alta y me escuché a mi mismo diciendo "si te digo la verdad no se que demonios ha pasado con toda la gente que he conocido en mi vida. No se dónde han ido a parar" y quería salir de aquella situación y entonces empezamos a hablar de cosas completamente vacías, dejando muchos espacios entre nuestras respuestas, como si de repente la ilusión de actuar como conocidos se hubiese desvanecido de golpe y volviésemos a ser lo que éramos justo una hora antes: completos desconocidos. La conversación volvió a recuperarse cuando hablamos de música y no se por que no dije que me gustaban The Smiths y Morrissey y Bowie y Pulp y solo dije que hubo una época, justo antes de irme a Escocia en la que me dio por escuchar flamenco, aunque no era ningún entendido y realmente no se porque cojones lo dije, porque solo escuché un par de canciones de Paco de Lucía y cuando ella me dijo que le gustaba el indie español puse cara de "ah, no esta mal" aunque en el fondo sabía que todo el indie español es una puta mierda, todo el mundo lo sabe, pero solo intentaba ser amable: era guapa y era rubia y yo bastante idiota. Nos despedimos en el mismo punto en el que me despedí por última vez de Hannah, cuando desde lejos me dijo adiós media hora después de habernos visto para tomar tapas y quince después de decirme que si estaba bien porque estaba sudando mucho y lo único que me paso fue que llevaba un jersey de lana y aquel lugar estaba lleno de gente y en esa época había engordado y sí, sudé, por el calor y por la inseguridad y mi flequillo se parecía a esos cuernos de cartón que se usan en los disfraces de demonio comprados en los chinos. La próxima vez tenemos que hablar en español, sí, sí, claro y con una sonrisa nos dijimos adiós y estuve tentado de darme la vuelta a la mitad para ver si ella hacia lo mismo y entonces pensar que a pesar del momento extraño las cosas habían ido bien y que ella querría volver a verme, pero no lo hice y torcí por la esquina de la tienda de electrónica de segunda mano y me puse a mirar videojuegos y películas antiguas a dos euros. Y le escribí a Theresa, diciéndole lo mucho que me había gustado conocerla y esperé unos días antes de decirle que si quería salir a tomar algo, pero tenía clases de windsurf y no podía y después se pasó 3 o 4 días sin responder a mis mensajes de "hola, que tal?" o "espero que hayas tenido un buen día" y la borré de la lista de whatsapp y después cuando ya no esperaba nada me contestó que bien y yo le seguí hablando esperando retomar aquella ilusión que me había hecho la semana anterior y volví a decirle que si le apetecía tomar algo el viernes, después de su trabajo y que prometía que no trasnocharíamos mucho para que pudiese ir descansada a sus clases de windsurf y me respondió que no podía, que había quedado con un amigo y yo automáticamente me imaginé a un monitor argentino de windsurf enfundado en un traje de neopreno poniéndole las manos en la cintura para corregir su postura en la tabla y sonriéndole todo el tiempo y ella sonriéndole también porque quería conocer amigos y porque su mejor amiga también tenia un novio argentino y entonces me doy cuenta de que estoy desarrollando una repulsión irracional hacia los argentinos porque también los había en el departamento y todos eran muy listos y muy simpáticos y muy amigos de los catedráticos y entonces reconozco que tanto ellos como ella, la ultima ella han sido solo otra derrota más y le digo casi para terminar que si el sábado después de su clase le apetece tomar una cerveza que no dude en avisarme, pero no lo hace, no lo hace y yo borro de nuevo todas las conversaciones que hemos tenido en whatsapp y también empiezo a borrar todas las demás, las de interpals con todas esas chicas de países cada vez mas lejanos, de Turquía, de Brasil, de Rusia, de Ucrania, de Hungria, de Polonia y de repente me doy cuenta de lo idiota que soy, de lo poco saludable de esas costumbres y aun guardo un contacto en mi teléfono de Turquía, Esin, azafata de avión con la que intento suplir mi soledad, o por lo menos trato de no pensar demasiado en ella, pero no sirve de nada y miro en Facebook y borro mis búsquedas en Tándem Alicante y compruebo que Amy no me ha respondido y mi perfil en Conversation Exchange para no hablar más con Karina que estaba muy atareada con "un cambio de casa, con su trabajo y con su novio" y borro también Skype, porque ya no hablo con Yulia, ni ella me habla y eso solo ha sido un enamoramiento fugaz, un "alguien" invisible al otro lado de la pantalla, supongo que la distancia es algo que no puedo manejar muy bien porque siempre intento construir un aquí artificial, que solo me sirve para tener algún mensaje, para vivir en la ilusión de que quizá algún día alguien me quiera lo suficiente como para abrazarme, solo eso, pero ni siquiera lo consigo y todo parece estar bloqueado y la única solución es decirle adiós a todo y extrañarme del mundo con más motivo que nunca porque la universidad ya ha terminado para mi y no hago más que mantener una actitud pendular entre la compasión y el odio hacia todas las personas que he conocido durante estos años y me doy cuenta de que no tiene sentido dramatizar nada, de que todo seguirá igual pero peor, sí, porque ya no tengo dinero y porque trabajaré en otro lugar y porque algo importante de mi mismo se ha quedado definitivamente por el camino pero sin embargo no siento que esté empezando nada, sino abriendo un paréntesis, despidiéndome momentáneamente de esa parte de mi que me ha llevado al caos: ahora me conozco un poco mejor, pero no se qué ganancia he sacado de eso. Existen motivos para creer que las cosas pueden irme bien, sí, puedo verlo, noto que puedo dejar atrás ciertas tristezas, quizá no de manera definitiva, pero si de forma que queden escondidas por otros pensamientos más positivos, pero al mismo tiempo sigo sin poder dejar de lado el porno, las conversaciones eróticas frustradas en el chat, la dependencia emocional, la autoestima muerta y todos esos escenarios de catástrofe en los que mis amigos me rechazan, los amores no existen y los remordimientos por mis fracasos se convierten en un dolor tan real que me lleva al suicidio. A estas alturas, la ausencia de al menos una certeza absoluta o medianamente firme me da miedo, me paraliza, es un ruido quieto, un paisaje blanco en el que ninguna señal deja huella: puedo imaginarme de la misma manera existir que dejar de hacerlo, soy capaz de encontrar razones para vivir y morir. Sigo pasando las noches en vela, mirando el teléfono, pensando en el pasado, en el futuro, en las personas que he querido y en las que he dejado ir, en los momentos en los que podría haber reaccionado de otra manera, en los fracasos y las victorias cotidianas, cambiando de canal, haciendo zapping, dejando que el paso del tiempo haga poco a poco lo que no me atrevo a hacer de golpe, tratando de convencerme de que no todo ha sido tan malo, de que solo ha sido una mala época y nada mas, pensando, cuando mis ojos empiezan a cerrarse otro día más, en el hábito, en las horas.