miércoles, 1 de mayo de 2013

Satellite

Tengo frio, y miedo y me tiemblan las manos y no dejo de pensar en ayer, y quizá, aunque sin tanta insistencia en mañana y me siento solo otra vez, aunque no tengo motivos y miro mi cama y pienso que debería hacerla, que un mes es suficiente y que cuando me miro al espejo empiezo a ver otras cosas diferentes, otro rostro que no conocía, pero eso da igual porque está aquí, aunque me parece extraño, como si no me perteneciera, como si yo siguiera siendo otro, otro que está perdido y llorando en algun rincón, el niño que pide ayuda o compañía o sencillamente alguien que juegue con él a la pelota o que hable de los tebeos de Son Goku. Y en mi cama, por la noche, pensando en el partido de fútbol que quería ver por la tele y que no ví, en las palabras de mi madre, en esos insultos que no merezco o que sí merezco pero no los quiero asumir, porque esto no es un problema, es solo un tropiezo, aunque no sea el primero y el anterior no haya sido hace mucho y entonces me doy cuenta de que hablo como todos los alcohólicos y pienso que soy diferente a ellos, porque soy más inteligente, lo que pasa es que mi vida me aburre y pienso que si voy al bar no es por beber, la bebida me da igual, si voy es por las camareras, porque me gusta clavar mi mirada en sus culos en mallas mientras van y vienen a la terraza, y siento miedo por no recordar nada del día de ayer desde las 8 de la tarde y me sorprende comprobar que fuera capaz de caminar desde el puerto hasta el parking y aguantar casi todo el trayecto sin vomitar, aunque justo en el camino de entrada a casa, cuando mi madre me llamaba para decirme que todo estaba bien, que estaban en planta y que la crisis de la semana pasada estaba controlada, tuve que pasarle el telefono a mi hermana para vomitar. Tres chorros, coloreados de color rojo, aunque no sé porque tenían ese color, si sólo bebí cerveza, aunque Jara me dió frutos secos para acompañar, puede que sea por eso, y me siento débil y ridículo y solo y avergonzado porque todas sus palabras tienen razón, y me llaman caradura y, bueno, no puedo hablar mucho ni tampoco pensar deprisa y me entra sueño y a duras penas logro ponerme de pie para hacer pipí antes de quitarme la ropa, vaciar los bolsillos de mi americana y quitarme los zapatos para comprobar que tengo heridas en los tobillos y de que mi impresión de que me estaban pequeños no era tan sólo una impresión y duermo y me parece viajar lejos, muy lejos aunque al despertar descubro que sólo es el día siguiente. Y las camareras estaban contentas, o quizá un poco borrachas, bebían vino cuando llegué y mi camarera favorita se alegró de verme y me dijo: ¡tengo barril! y me preguntó por el fin de semana y después siguió atendiendo a las mesas y cuando casi terminé la primera su compañera me dijo se te ha roto el vaso pero aún me quedaba un poco y lo terminé y le dije ahora sí que se me ha roto y le preguntó a mi camarera si había confianza y yo respondí que sí y mi camarera dijo sí, un poco y entonces la otra usó el mismo vaso para servirme la segunda y yo seguí bebiendo sin pensar en nada excepto que me gustaba estar alli, que me gustaba ese ambiente, con la luz del sol y el puerto a mis espaldas, con la apariencia de normalidad en la cara de las personas que tomaban lo que fuera y con mis risas automaticas cada vez que las camareras me decían algo y entonces Jara se pone detras de la barra y me mira y yo la miro a ella directamente a los ojos y no sé bien que decir porque la mirada dura más de lo habitual y entonces ella me pregunta que qué me parece la música y yo le digo que me parece bien que ya sabes lo que dicen, renovarse o morir, bueno, esto no es renovarse mucho, me dice ella, pero por lo menos están en castellano y puedes cantar la letra le digo y me se ríe y bebe un poco más de su copa de vino y vuelve a salir a la terraza y suena Tino Casal y luego Hombres G y luego Seguridad Social y las camareras se ponen a bailar y yo a tararear la letra en voz baja y luego Iván Ferreiro afirma verano muerto, veré a las chicas pasar, será como aquella canción de los años 80, seré como el tipo que algún día fuí y entonces la camarera me dice que si tengo alguna sugerencia casposa que la diga, que se aceptan recomendaciones y me río y en el fondo me siento tonto, muy alejado de todo aquello, pero tambien me da igual, porque alli no soy yo, estoy en otro lugar que no sé si es mi proxima estación o sólo un delirio provocado por el miedo que me esta dando todo esto, el ver a mi padre en la UCI, el acostumbrarme a deambular por el hospital, sometido a la lluvia, unas veces suave, otras dura que me acompaña durante todo el camino, con mis pies frios, en una ciudad extraña y los trenes, y las vias, grises, azules, colores sin significados propios que sólo son muestra de mi estado de ánimo y entonces quiero gritar y quiero llorar y aislarme y reclamar la atención de todo el mundo y le digo a mi madre que me hubiera gustado no haberla visto tan pronto y pienso que no sé muy bien qué trato de decir cuando le digo eso y me abraza y me aprieta la mano y me dice que ya lo sabe, y cuando vamos a comer a la cafetería del hospital, cuando estamos con las bandejas de comida en la mesa, con la sopa cubierta, el pollo con patatas fritas y el yogur y el pan y el vaso de cocacola todo con el mismo sabor que tenía la comida del comedor escolar al que iba cuando era pequeño, se me ocurre agarrar las manos de mi hermana y de mi madre y rezar, aunque la mente se me queda en blanco, me pierdo cuando intento encontrar algo de paz y empezamos a comer en silencio, el mismo silencio que me rodea a diario, ese que no sirve para justificar que llegue tambalante a casa, con vómito en los pantalones y que hace que durante el día de hoy mi hermana no me hable mucho y pienso que yo también haría eso, que la entiendo y que ya se le pasará y me pongo triste y tengo frío nuevamente. Suena Mónica Naranjo, en una canción de la época en la que empezó a ser una musa gay y la camarera dice que se va a teñir el pelo de moreno y de rubio y yo me fijo en su boca cuando habla y descubro que lleva un piercing en la lengua y automáticamente me acuerdo de esa escena de Pulp Fiction en la casa del traficante cuando la mujer del traficante le dice a Vincent Vega que el piercing en la lengua lo lleva porque mejora el sexo oral aunque no soy capaz de pensar sexualmente en la camarera que tengo justo delante y dice entre tú que tienes la garganta rota por tanto cantar y tú que tienes el vaso roto no me dejáis tranquila y reímos y le doy mi vaso para que lo llene y después cuando Jara sale de nuevo a la terraza la camarera me dice que si soy gallego y yo le digo que no y ella me dice que tengo acento y yo le respongo que pensaba que no tenía ningún acento y ella me dice que lo deje, que son cosas suyas y me río y suena Loquillo, y me entran ganas de ser una rock'n'roll star y vuelven a estar las dos dentro del local y parecen un poco deseperadas o aburridas o enfadadas porque su novio les ha dicho que no puede quedar esa noche y brindan y lo mandan a tomar todo por el culo y una se va a la cocina y Jara vuelve a ponerse delante y vuelve a mirarme con sus ojos marrones y su pelo largo negro y me gusta que lo haga aunque no sé muy bien que decirle y se me ocurre preguntarle que cuantas copas de vino lleva tomadas y me dice que tres, porque a su amiga, la otra camarera, no le gusta la cerveza, pero que le apetece una caña y me ponen otra cerveza y la camarera de dentro sale y viene un tio de unos 40 años con camisa negra, pantalon negro, pelo negro y gafas de sol negras y le pregunta algo a la camarera, algo que no puedo oír y el tio le da la espalda bruscamente y la camarera me mira con cara de sorpresa y yo levanto mis cejas, intentando mostrarme curioso. El tio se marcha en seguida, moviendo sus hombros como si tuviera estilo, pero no lo tiene, no en absoluto, y le pregunto qué es lo que ha pasado y me dice que el tipo quería Mahou pero que no tenía y sigue diciéndome que lo peor es que eso es habitual que pase y yo para relajar el ambiente digo que después de Monica Naranjo ya no se me ocurre nada y suena La Unión y Los Rodríguez y mientras bebo les digo a las camareras que son malas, pensando en irme a casa, porque la última vez que llegué a este punto también vomité y no quiero que se repita y entonces Jara me dice que dónde voy a estar mejor que allí y la otra me dice que me quede y que les haga compañía y los tres levantamos la copa y brindamos y el horizonte me empieza a parecer extraño y un poco borroso pero me da igual porque siento que les he caído bien a las camareras, que por fin le he caído bien a alguien y que me gusta esa sensación y me acuerdo de cuando esperaba en la estación, el tren con retraso y mi hermana apoyada en mi hombro, terminando Menos que cero y viendo a dos idiotas delante de mí, uno con gorra, el pelo teñido de rubio y dos pendientes en la boca y el otro gordo con una camiseta de Marea escuchando musica heavy estridente primero y la entradilla de Doraemon después y me doy cuenta de que me gustaría pegarles un puñetazo, de que me sentaría bien un arrebato violento con ellos pero pronto se me pasa y me doy cuenta de que me da igual pegarles o no y de que, incluso, sería mejor que fuera OTRO el que lo hiciera. Me invitan a una cerveza más, por cuenta de la casa me dicen, pero puedo tomar ni un trago más y además es tarde y tengo que volver y apenas pruebo la espuma y entonces hago un gesto de "se acabó" y Jara me cobra y cuando su mano me devuelve el cambio, se lo vuelvo a dar a ella como propina y me mira pícara y la otra se asoma por la cocina y la saludo con la mano, despidiéndome y se muestra contrariada, como si quisera que me quedara allí y a mi me gustaría quedarme, pero no me siento del todo bien, aunque quiera convencerme de que todo está bajo control y no quiera pensar demasiado en un abismo demasiado cercano y Jara le enseña la propina que les he dejado y se despide afectuosa y entonces me marcho con muchas ganas de volver, no por la bebida, sino por su compañia pero mi madre me dice por teléfono que no vaya más, que evite la tentación y pienso que tiene razón pero que no puedo huir de mis problemas, que tengo que superarlos y pienso que eso mismo podría aplicármelo a otros ámbitos de mi vida más problemáticos o decisivos y me percato de la debilidad de mi espíritu, como cuando me quedo hasta las 3 de la mañana un lunes o un jueves mirando el ordenador, sin nada que hacer, perdido en intrascendentes conversaciones de chat con múltiples nicks, Lou Reed, Nikki Sixx y hablo con Guarrilla28relatox y al acabar, cuando le digo lo solitario que es hacer eso, cuando le digo que los relatos son un mal sustitutivo del amor, cuando intento tener una aproximación lo más humana que puedo, ella, él o ello no contesta y yo cierro el ordenador, dándome cuenta de que pierdo el tiempo haciendo esto y de que no puedo justificar en el miedo de la situación mis malas acciones y de que en el fondo, estoy cogiendo el peor camino posible, el que me traerá más problemas y me doy cuenta de que lo más horrible de todo es que no sé lo que necesito, no sé que pedir y no sé a quién buscar y cada vez ando más perdido, más lejos de la orilla de mi inocencia, dándome cuenta de que mis sueños son demasiado ridículos y de que mi pretensión de ser escritor no se sostiene por ningún lado ahora que veo como Adriana triunfa y no sé si merecidamente o no, porque no hablo con ella y lo que una vez fue una amistad sincera ahora se me antoja un contacto virtual sin mucho sentido y me siento mal porque debería alegrarme y estar feliz pero luego me pregunto que por qué debería sentirme asi o de ninguna otra manera y me doy cuenta de que la noticia positiva es que empiezo a salir de la dependencia o la esclavitud emocional que sentía cuando me acordaba de ella y de que eso de que algunas personas sólo están de paso por tu vida es verdad y pienso también en Mariona, que está muy lejos, más lejos que nunca y que ya no la siento como una amiga ni nada de eso, a la que parece que le dan igual mis cosas y a la que no me apetece contarle nada definifivamente decisivo y pienso en borrarla de Facebook porque no veo que esto vaya a ninguna parte porque no hay nada que me moleste más que saludar y que no me devuelvan el saludo, sobretodo cuando no es una sino varias veces, aunque la semana pasada yo hice lo mismo cuando caminaba por la universidad, cuando me crucé con el gilipollas que iba a venir a mi recital y no vino y el que me iba a enviar su revista y no me la envió yo seguí caminando, escuchando a Daft Punk, noté que el me llamaba pero mi jugada fue perfecta, ya que seguí caminando recto, bostezando y arrancando hojas a los árboles, que es una cosa que me encanta. Pensé interiormente que le jodan, pero se me pasó rápido, ya que me daba absolutamente igual esa persona. Y no quiero acabar esto mencionándolo en último lugar, porque parecería que le doy una importancia que no tiene, pero no se me ocurren sustitutivos, únicamente mis sueños, esos que últimamente no aparecen, mi mente en blanco, que reza o busca algo sin nombre, que desea que acabe esto, sea lo que sea, y que algún día, mi pena se marche, pero que aún es pronto y todo sigue igual, sin sentido...

1 comentario:

  1. He leído la entrada entera y, mientras lo hacía, iba pensando qué podría decirte, pero de pronto apareció mi nombre y he decidido comentar solo la parte que me compete.
    Triunfar es mucho decir. Mi triunfo fue, en cualquier caso, ganar (merecidamente, quiero creer) la beca para jóvenes artistas "con proyección" en 2010. Origami, la editorial donde he publicado La involución cítrica y Ánima Esquiva, es muy pequeña y sin apenas proyección (apenas distribuye, se podría decir que se limita a vender a través de su página web), y que desde luego no me sacará de pobre.
    Los viajes, las presentaciones, las lecturas, etc. es algo que me he currado yo, moviéndome de aquí para allá.
    En la vida real soy una correctora ortotipográfica por encargo sin más, Isidoro.

    Lo que vengo a decirte con esto, Isidoro, es que hacerse ver en este mundillo, el de la poesía, es muy difícil, pero no es un mundo inaccesible. Se trata de salir. ¿Quién me conocía en Alicante cuando fui hace tres años? ¿Y cuántas personas hubo entre el público?

    El mismo triunfo que puedo tener yo lo puedes tener tú. Se trata de moverse, y yo estoy como una jaula, porque he decidido dedicar mi vida íntegramente a esto.

    Creo que hay un esfuerzo detrás y que este triunfo, reconocimiento, ¿popularidad?, o como quieras llamarlo, es merecido.

    Un abrazo muy fuerte. Espero que la próxima vez que entre vea a un Isidoro alegre con multitud de buenas noticias. Te lo mereces. :)

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