jueves, 31 de enero de 2013

Erotisch Zeitung

Hormigas. Las masacraba joder. Era un auténtico cabrón con ellas. Les arrancaba las patas, les quitaba las pequeñas cascaras que cargaban hasta su hormiguero, las decapitaba, las ponía lejos de su casa y mi favorita: cogia a las hormigas negras -las buenas- y las ponía con las rojas - esas bastardas sin corazón- Me divertía ver como la torturaban. Como entre siete u ocho se la llevaban a su guarida, para seguir con mas castigos a lo Hostel-style. Con el tiempo me empecé a sentir culpable, quería salvarlas de mi propia crueldad. No dejé de hacerles perrerías a las hormigas, pero nunca llegaba al final. Las devolvía a su casa, las ayudaba con sus cargas y mataba a las rojas. Sin piedad. Eran malas. Jugar con hormigas era mi juego favorito de pequeño, antes de que jugara por primera vez a la Mega Drive y antes de que empezara a leer a Shakespeare al salir del instituto. Después, en un acto de justicia poética (que expresión tan horrible, por cierto) yo me convertí en hormiga, y las torturas las recibia yo. Ambientes nuevos, la gente me rodeaba y yo me sabía impopular, falto de practica en relaciones sociales. Sin embargo, no hubo un cambio de actitud, no hubo pausa en los castigos, siempre llegaban hasta el final, siempre. Hasta que no me sentía triste no paraban, no. No lo hacían. Sin cumpleaños, sin invitaciones, allí, en la última fila o en la primera, siempre solo. Mal cartel en el patio. Juega de portero o de defensa, de los últimos en ser elegido. Mal dotado. Lejos de casa y sin nadie que me ayudara a transportar mi carga. Bueno, una comparación muy evidente, las hormigas. El trabajo de grupo siempre acaba por imponer su criterio. Años despues, las hormigas ya no tenían patas, el grupo se descomponía y el hormiguero se secaba, pero ese triunfo tardío ya no me servía de nada. Una juventud llena de insectos, en un jardín demasiado grande, sin ninguna guia. Como aquella peli, Cariño he encogido a los niños. Molaba. Esas eran mis ilusiones infantiles. Esa y una de las primeras presentadoras del Megatrix de verano. Aunque en esa época ya estaba entrando en la edad adolescente, lejos, siempre lejos, del pavo, que nunca llegué a desarrollar. Es más, creo que ahí está el origen de mi estupidez actual. No llegué a comportarme como un completo idiota cuando me estaba permitido y ahora la mierda emerge a la superficie. Hum. No me gusta esa imagen. Me recuerda a esa escena del arcoiris de gravedad en la que un tio se mete en un vater. Luego la usó Danny Boyle en Trainspotting, pero la escena es de mi Pynchon. Estoy perdiendome en detalles demasiado irrelevantes, como si quisiera convencerme de que, a pesar de hablar siempre de tonterias, no todo esta perdido, que hay algo en mi cabeza, aún tengo algo que decir. Aunque solo sea por expresar mi empeño en no rendirme, creo que merece la pena, por más que los resultados no prometan ser muy positivos. Hoy he llegado a un estado de Nirvana musical en mi Fnac: he comprado 4 discos. Alucinantes todos. Si estuvieras aqui conmigo, te diria cuales son o los escucharíamos o hablariamos sobre ellos. Quizá me recomendarías alguno. Quien sabe. Son sólo suposiciones de un chico solitario. En fin, hora de callarse.

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