jueves, 11 de abril de 2013

Sadness is coming (Less than zero)

Lo sentí como un látigo: un golpe seco, cortante, mientras no dejaba de convencerme de que aquellos pasos me llevaban donde yo quería, que si no daba media vuelta, era porque, sencillamente no me daba la gana. Me estaba convirtiendo en un parroquiano, y eso me gustaba. Me hacía sentir, si bien superficialmente, querido: sabían lo que iba a pedir tan pronto como me veían. Alguien me conocía, al fin, y me sonreía al llegar. Todos mis intentos por salir del cascarón, mis sueños de gloria literaria no han cosechado más que fracasos, bueno, menos que eso: ni siquiera me han dicho que no. Ignorado, otra vez. En contra de lo que pensaba, ella lee libros, bastantes, aunque no todos los títulos que me sugiere me parecen buenas elecciones, pero no le digo nada, estoy hablando, manteniendo una comunicación real con alguien real, pero en el fondo no se me escapa que estoy a tanta distancia como siempre. Como Edipo, el camino que recorro para huir de no se bien qué, solo me acerca a pasos agigantados al destino fatal. Pero me doy cuenta, me doy cuenta de que en toda mi vida no me he tomado en serio nada, como si a la primera dificultad, mi atención muriera. Me intento justificar diciéndome que lo que pasa es que me interesan muchas cosas, pero no es así: lo que estoy haciendo no es especial. Y al volver la carretera sucia, las lineas cruzadas, todo iba más rapido de lo que podía controlar, aunque no dejaba de repetir "más despacio, más despacio". Puede ser un buen punto de partida, quizá. Demasiados tallarines a la carbonara de Gallina Blanca, comida de soltero: supongo que a fuerza de pensar tanto en ellos, mis miedos se están haciendo realidad. Miedo a la distancia, porque tú me ponías los pies en el suelo, tú eras la mano que siempre me sostenía cuando el abismo parecía más profundo. Te necesito porque me ayudas a dejar de prestarle atención a lo inevitable: por eso te echo tanto de menos, tú me salvabas de mi mismo, nadie como tú conocía mis defectos. Tengo pánico, terror, no sé donde puedo refugiarme, soy débil, y me estoy rompiendo en mil pedazos de una manera horriblemente cotidiana. Saber que volverás, no me ayuda mucho aquí y ahora. Y saber que he de ser fuerte, que es ahora cuando tengo que dar ejemplo solo hace que me averguence aun más de mi comportamiento. No fue la primera vez, pero nunca antes con esas consecuencias, como punto de referencia tan claro en una tendencia que hasta ahora solo había existido en mi mente. Debo de dejar de suplicar amor, y dejar enterrados los cadaveres del pasado, basta ya de exhumar el dolor, de abrir continuamente mis heridas y contagiarlas con aquellas palabras, aquellos gestos que hoy me doy cuenta de que no significaron tanto como pensaba. Vosotras zarpáis y seguis dando vueltas por vuestro mar, dejandome en la orilla, como naturalmente debe ser: no soy un buen compañero de viaje. O quizá es al revés, soy yo el que no deja de moverse, o de huir, para ser más coherente con mi propia historia. Pienso especialmente en vosotras dos, en el pasado que me persigue y en el presente que se aleja. Os echaré de menos de maneras diferentes, pero igualmente sinceras. Quizá la gente no me hace caso porque hablo poco, o porque cuando hablo, cuando quito el velo de las risas sociales y las sonrisas solo hago mención a temas tristes, demasiado intensos y es que a veces se me olvida que la gente tiene sus propios problemas, sus miedos y sus aspiraciones y que no tienen porque hacerle caso a un tipo extraño que siempre esta llorando. Me intento consolar pensando que mis propuestas de recitar han sido olvidadas porque son demasiado tristes (ultimamente solo triunfa lo banal, lo superficial, la risa...quizá es un enfoque demasiado clasista, pero en fin...) cuando en realidad es que posiblemente no lo han aceptado porque es una completa bazofia. Falta de confianza en mi mismo, puede que eso lo explique todo. Lo que he aprendido en estas dos semanas ha sido que el mal es tan atractivo porque es rematadamente facil de realizar. A pesar de todo, a pesar de que cometo tantos errores y me encuentro la mayor parte del tiempo lejos de ti, vivo con la convicción de que siempre, incondicionalmente, me perdonaras y me aceptarás a tu lado, iluminando estas tinieblas que no me dejan ver el camino que he de seguir. En fin, supongo que es momento de acabar. Hasta la próxima, en otro lugar, en otro tiempo.

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