domingo, 2 de agosto de 2015

Zab Judah.

Hace algunos años, en la primera o segunda época del TDT, había un canal que se llamaba "Marca TV". Los viernes y los sábados por la noche daban un programa de boxeo que se llamaba (de una manera bastante clara) "la noche del boxeo" y lo presentaba un tipo con la nariz tocha que era el que sabía de boxeo y otro medio calvo que era el que manejaba las estadísticas. Eran algo así como los Montes&Daimiel del boxeo. Bueno, el caso es que me aficioné a aquel programa y solía quedarme viéndolo hasta que terminaba de madrugada, a eso de las 2 o dos y media de la mañana. Uno de los combates que más recuerdo fue el de un campeón de Harlem, un tal Zab Judah, que al parecer era la nueva promesa negra de la categoría contra un tal Kostya Itzyu, un ruso con con el pelo cortado al uno y con coleta (sí, al uno y con coleta). Yo estaba en el sofá, con el pijama, aburrido mientras veía al negro moverse como un Alí en miniatura y al otro como Robocop. El resultado, decía el de la nariz tocha, estaba claro: el fenómeno de Harlem iba a apuntarse otra victoria en su camino a la cima. Sin embargo, sin que nadie se lo esperase, el ruso va y suelta un gancho que tumba a Judah. En ese "sin que nadie se lo esperase" también se incluyó el cerebro de Zab, que pareció no haber entendido lo que había sucedido y ordenó al cuerpo que siguiera adelante como si nada hubiera sucedido. El resultado fue que Zab Judah se levantó tan rápido después de haber sido noqueado que se volvió a caer de una manera muy ridícula, temblándole los tobillos en el proceso como los de una modelo principiante que se enfrenta por primera vez a unos tacones de armadillo. Protestó y lloró, como si dijera "arbitro, esto es ilegal, soy el puto Zab Judah, la estrella de Harlem" pero si algo ha quedado para la historia no fue el historial atómico de Zab Judah, ni sus protestas y ni siquiera la coleta outsider del ruso, sino aquella caída ridícula que parecía sacada de un programa de cámara oculta. Recordaba la historia de Judah simplemente como una cosa graciosa que vi una vez por televisión, pero hoy su densidad ha crecido sin avisar. Después de la revelación de Dasha, llegada sin avisar a pesar de las pequeñas sospechas que había estado teniendo algunos días antes, ese "no, fui con mi marido" mientras sostenía a mi perro en brazos para hacerme una foto que enviar a Rebecca y Craig, esa cuenta atrás en mis convicciones sobre el cambio y sobre la sinceridad de mis propias palabras ( el miedo de descubrir a una persona diferente de la que pensaba ser), llegó la caída, el golpe y caí de súbito al suelo. Y como el campeón de Harlem, he cometido el error de intentar levantarme demasiado pronto, antes siquiera de terminar de procesar esa información, de entender esa realidad tan diferente a las expectativas y de digerir todos aquellos pequeños cristales rotos en los que se había convertido (de nuevo) mi vida sentimental. Decidí frivolizar todo lo que pude, "a la mierda", mentalidad porno ON, olvídate de esta derrota, corre hacia delante, huye de nuevo Conejo. Me apunté a Plenty of Fish, esa web para buscar pareja en la que todo el mundo parece feliz y en el que te invitan a cruzar Babilonia con una serie de estudios científicos sobre compatibilidad y definición de carácter. Incluso me esmeré en escribir mi perfil, haciendo hincapié en mis estudios y en mis hobbies, intentando ofrecer una versión brillante de mi mismo. Empece a buscar en las compatibilidades y supercompatibilidades y, sorprendentemente, empece a hablar con una mujer de 39 años que se parecía a María de Medeiros en Pulp Fiction, aunque, cuando se lo dije, me respondió que no era el primero que le hacia ese comentario. Hablamos un poco más, antes de despedirnos y darnos las buenas noches. Al día siguiente encontré que otra chica, de 34 años según el perfil había señalado mi perfil como destacado (o algo así). Le dije "hola" y empezamos a hablar, llegando a entendernos, en apariencia, muy rápido, tanto que incluso me dio su numero de whatsapp. La conversación parecía llegar rápido a los siguientes niveles, si es que pueden definirse así ese intercambio de mensajes. Entonces Judah trató de levantarse demasiado pronto. Ella se llamaba Violeta y, joder, era una bonita ( o por lo menos eso pensaba yo) coincidencia con aquella historia de juventud. La historia era la siguiente: cuando era adolescente y la vida era una autentica mierda, cuando era invisible a los demás y cuando empecé a saborear por primera vez la verdadera soledad, empece a soñar con frecuencia con una chica que me hablaba y que me hacia sentir querido. Tenía edad de soñar con polvos y con pajas y con tetas y culos pero no, yo soñaba con el amor, con sentirme amado, aunque al despertar, la sensación siempre era la misma: No hope, no harm / Just another false alarm Mis primeras poesías, mis primeros escritos estaban dedicados a, o promovidos por, aquella chica imaginaria, aquel pensamiento que me hacia tener esperanzas en un futuro mejor. Aquella mierda tenia que acabar, tarde o temprano acabaría joder y todas aquellas Gemmas, los Adolfos, los Rodrigos y las Sandras y Cristinas serían cosa del pasado. Ella me sirvió para no tirar la toalla y, no se por qué, decidí referirme a ella como Violeta. Nunca repetía su rostro pero siempre había algo que me decía que soñaba con la misma chica. Era agradable tener un refugio, aunque solo fuera en sueños. No era satisfactorio, pero preguntale a un naufrago que opinión tiene del trozo de madera que le sostiene a flote. Pues bien, decidí contarle esta historia (no tan detallada) a la Violeta real, la de la pagina de internet. Al final, de broma, le escribí "ahora es cuando puedes correr sin mirar atrás" a sabiendas de que esa historia podía resultar, de primeras, un poco rara, pero en el fondo bonita. Violeta imaginaria y Violeta real, una bonita casualidad. En fin, me respondió "pues si. No me gustan los rollos raros. Ciao." Desde entonces llevo toda la tarde intentando borrarme de esa pagina, pero no puedo hacerlo antes de las primeras 24 horas (los ricos pagan con dinero, los pobres con datos). A estas horas, creo que ya puedo hacerlo, pero mientras escribo esto, estoy perdiendo el tiempo en un chat, manteniendo conversaciones eróticas cutres lo mas lejanas posibles al intercambio de sentimientos. Sigo deseándole buen viaje y buenas noches a Dasha, incapaz de dejarla así de primeras, porque todo lo que le dije lo sentía de verdad, pero sintiéndome muy idiota a la vez al saber que jamas llegaré a tener nada diferente de lo que ya tenemos, si es que tenemos algo. Soy un idiota engreído que solo se mira el ombligo. Voy a borrar mi perfil de POF. Zab Judah sigue cayendo de una forma de ridícula (parece que baila) en mi mente.

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